miércoles, 27 de julio de 2011

Cuento.-

El espectáculo inevitable.-

Para Enric Chalmeta y el club de ajedrez "san Luis" de Colonia Güell.-

" La geometría facilita el encuentro amoroso de los espacios.- " Daniel.-

Jorge González llega en las horas de la tarde al club Capablanca de ajedrez en Bogotá para jugar partidas rápidas; cuando aparece por el salón principal, todo el mundo que está en el club corre a verlo jugar y rodean la mesa de ajedrez donde acostumbra a sentarse. No tiene más de dieciocho años, barba potente, rostro pálido y manos hábiles que obedecen un cerebro privilegiado. Por lo común su rival es un hombre de mediana edad, bien vestido, corbata con nudo perfecto al cuello de camisa impecable, zapatos lustrados y ademanes de persona cultivada; su tono de voz es suave y nunca reclama nada de su rival.
Jorge González es frío, amable, de palabras justas y claras, poco complaciente con nadie, respeta a su rival, jamás discuten; cada uno de ellos prefiere otorgarle la victoria al otro antes de insistir en una disputa de mal gusto.
Las partidas de ajedrez que juegan son a cinco minutos por jugador, solo que Jorge González juega a tres minutos, ventaja suficiente para equilibrar el nivel de juego; el que pierde, partida a partida, paga una importante cantidad de dinero al ganador, en caso de empate el que lleva las piezas blancas pierde. Tienen un sistema para doblar las apuestas: el que se siente mejor con el dominio de la partida, coloca la tapa de una caja de cerillas sobre la cabeza del rey, al otro jugador le queda la opción de retirarse de inmediato y pagar la apuesta sencilla ó jugar y aceptar la apuesta doble.
En definitiva al cabo de tres a cuatro horas de juego apasionante y talentoso, Jorge González impone su calidad y destreza y aventaja en varios miles de pesos a su contrincante. Jorge González necesita el dinero y hace lo posible para doblegar a su oponente y obtenerlo, su rival a la vez -hay quienes aseguran que es directivo de empresa financiera importante- necesita de las emociones intensas del juego, del estímulo creativo y del encanto de enfrentarse a uno de los mejores jugadores de ajedrez rápido que conoce Colombia en su ya historia bicentenaria.
Los mirones disfrutan desde el comienzo del juego hasta su finalización, nadie se marcha, el entusiasmo va en aumento; ante una jugada genial un murmullo de alegría se escapa por el concurrido salón de juego.
Hasta que el destino los separó: Jorge González triunfa en Barcelona y su habitual oponente fué trasladado a los Estados Unidos donde trabaja como consultor internacional con rango y sueldo insuperables. Fin.-

Vitelio Chisant

Barcelona, 21 de julio de 2.011.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario