Novela
Dedicatoria:
A: Maya Esperanza, Nelly Moreno y Jairo Villegas Canales.-
Para: Leíto Durán y Alejandro Caro Camacho.-
" Buscamos lo que nos persigue ".- Daniel.-
Primera entrega.-
1.- La cajita de ajedrez.-
" El sentido de la naturaleza es su devoción por la vida ".- Daniel.-
Eduardo y Daniel suben a un altillo que hay en la segunda planta de
la vivienda de la abuela María Elena para explorar y llevarse alguna sorpresa;
están solos en casa y disponen de tiempo suficiente para mirarlo todo; entre
baldosas blancas, dos trajes del abuelo ya fallecido, ropas de cama viejas,
encuentran una cajita amarilla que contiene las piezas de un ajedrez que les
parecen gigantes, al lado está un tablero que corresponde a las piezas; bajan
todo e intentan armar el juego encima de la cama doble de la abuela. -Yo me
acuerdo cómo se colocan las piezas- dice Eduardo a la vez que pone las piezas y
las ubica en su sitio correspondiente. -¿Te acuerdas cómo van el rey y la
reina?- le pregunta a su hermano Daniel con menos conocimientos que Eduardo,
pero evoca una frase mítica de ese milenario juego: -la dama en su color-
responde con alegría como si hubiera descubierto un tesoro. Los dos hermanos
empiezan a jugar con entusiasmo sin táctica ni técnica alguna, se divierten un
buen rato, al cabo de una hora deciden guardar de nuevo las piezas en la cajita
de madera y subirla junto con el tablero al altillo, dejando una y otro en la
orilla para acceder en otro momento con facilidad. -Todos los días jugaremos un
poco- concluye Eduardo, bajan a la primera planta para recibir a su tío Ricardo
que llega de trabajar; Ricardo es el penúltimo hijo de la abuela, tiene buen
humor a pesar de su apariencia adusta, intenta hablar temas serios, pero
él mismo tuerce la conversación con algún comentario divertido para luego
volver al asunto; llega luego la madre de Eduardo y Daniel, ha estado en la
zona de Chapinero buscando las partidas de bautismo de sus hijos para tramitar
las tarjetas de identidad, obligatoria a partir de los siete años; la madre
entra en la cocina sin perder tiempo y empieza a preparar el almuerzo; la
estufa es de carbón, está encendida desde las cinco de la mañana cuando la
madre y la abuela se levantan y la ponen en marcha valiéndose de
periódicos y una vela de gran tamaño, además de astillas de madera y
cartones. El tío Ricardo jugaba al ajedrez de vez en cuando con algún amigo que
estaba en casa, pasaba largas temporadas sin tocar las piezas; desde entonces
Eduardo y Daniel, juntos y por separado entraron en la ruta del jaque mate,
venciendo amigos de barrio, de colegio, de universidad y en torneos
ocasionales.
Segunda entrada.-
-Esta semana voy a jugar un torneo distrital en el club
Capablanca, ya estoy inscrito ¿te inscribes tú? -le comenta Daniel a Eduardo
que deniega la inscripción; es torneo importante, selectivo para escoger los
tres primeros ajedrecistas que representarán a Bogotá en el primer campeonato
juvenil de carácter nacional en Medellín, juegan los hermanos Ruiz, Verástegui,
Devia, y Durbán entre otros, conocidos en torneos del colegio y en otros
torneos pequeños; Daniel descubre en el ajedrez la oportunidad para desarrollar
la intuición y los instintos, luces de la vida y del entendimiento; logra un
tercer puesto meritorio cuando nadie se lo esperaba; sus padres están felices,
lo mismo que sus hermanos; además de Eduardo son Lucía, Helenita y Camilo. - ¿Necesitas
un entrenador personal?-le pregunta el presidente de la Federación Distrital
-todos los ajedrecistas que necesitan mejorar lo tienen, si decides algo al
respecto me lo comunicarás -concreta su propuesta, este directivo tiene el
apellido De Greiff, familia de enorme prestigio. Daniel agradece al presidente,
decide reflexionar tres días, al final rechaza el ofrecimiento, visita de
manera personal al presidente y le explica las razones de su rechazo:
-para mí el ajedrez es el descubrimiento de los espacios, de principio a fin,
la manera para controlarlos, el desalojo de los intrusos y enemigos
potenciales, esto incluye la apertura, el medio juego y el final, es un símil
de la vida, buscamos un espacio para vivir y ser felices, lo abominable del
juego es eliminar al adversario, sin embargo hay que tomarlo como simbolismo de
la realización, la colosal cortesía de advertir al contrario el jaque mate y
permitirle una renuncia decorosa, no creo que exista otro deporte con tan alta
consideración por el derrotado, el entrenador es para profesionales, el ajedrez
no puede serlo, el mejor deportista es un aficionado, aquel que se deleita con
su práctica y ahí termina su ambición-. Daniel suspira y vuelve a mirar el
rostro del presidente que no está del todo convencido de las palabras de
Daniel, pero no está dispuesto a debatirle. -Daniel, tú tienes tus ideas y yo
las mías, por algo será que los grandes maestros tienen sus analistas,
bueno...hay excepciones de genios que los han rechazado, pero tú no lo eres,
acepto tu decisión, es un ahorro para la federación y buena suerte en el
campeonato juvenil de Medellín, esperamos lo mejor de ti-, al terminar su
elocuente observación se dan un apretón de manos, cuando Daniel va a salir
por la puerta, el presidente lo llama y le da un abrazo, en medio de todo la
decisión de Daniel le ha parecido emocionante, nunca nadie había argumentado de
esta manera, menos un adolescente que descubre el ajedrez.
Tercera entrega.
Daniel conversa con su familia, prepara su maleta y marcha
en bus para Medellín, no conoce la ciudad, allí le espera un empleado de la
organización, realiza el viaje con los dos primeros clasificados, La Rota y
Devia, hablan de todo, de sus ídolos y de algunos criterios para abordar el
éxito en el ajedrez, tanto los padres como sus hermanos están pendientes de las
noticias que llegan con retraso y en informaciones cortas; el ajedrez no tiene
eco social como lo tienen el fútbol y el béisbol, es un deporte minoritario,
selectivo, la prensa lo ignora y la gente en general no ha escuchado nombres
como Fischer o Alekine; la población de Medellín es afectuosa, de
clima generoso, su ambiente social es de fiesta; hay recepción emotiva, un
brindis y alguna alusión para mejorar las condiciones de los ajedrecistas; al día
siguiente comienza el torneo, son veintidós participantes, el sistema de juego
es el de todos contra todos, un día para descansar y las partidas comienzan a
las cuatro de la tarde; quedan libres las mañanas para conocer la ciudad, a
Daniel le parece bellísima, así se lo comunica a sus padres y hermanos que se
desvelan por oír resultados. Desde un comienzo la disputa fué entre Daniel y
Oscar Castro; -es difícil batirlo, es un jugador de mucho talento- le dice La
Rota a Daniel, comparten habitación y pueden hablar de todo; La Rota queda
atrás en la clasificación, un asunto amoroso lo tiene despistado, no logra
concentrarse para ganar las partidas que se ven con ventaja;
Daniel consigue un buen desarrollo de sus partidas, su único obstáculo es
el jugador de la región, Oscar Castro, con quien tiene adversidad sana, solo
deportiva; incluso el día anterior a su confrontación, Oscar Castro le invitó a
cenar en un bonito restaurante de la ciudad, fueron con tres amigos más, La
Rota, Devia y la joven promesa del ajedrez boyacense Gonzalo González; cada uno
habla de sus experiencias, de sus inicios y sus mates; por primera
vez Daniel escucha hablar de ganar el campeonato del mundo a disputarse en
España, Barcelona, por Colombia solo irá el campeón del torneo de Medellín;
llega la hora del duelo entre Daniel y Oscar Castro; al momento de los
primeros cuarenta movimientos la posición es equilibrada, Daniel le propone
tablas, Oscar Castro las rechaza con este argumento: -hay que ser valiente y
hay que aspirar a ganar-; Daniel guarda esta frase como una sentencia de
vida, Oscar Castro forzó tanto la posición que perdió, el torneo lo gana
Daniel, le dan un bello trofeo y un poco de dinero que le sirve para comprar
regalos a la familia; al regreso hay fiesta donde está presente el presidente
de la federación distrital; brindan hasta el amanecer; -ahora viene el
campeonato del mundo ¿sigues empeñado en no tener analista ?-le dice en un
momento de la fiesta el presidente con algo de gravedad en el tono; Daniel se
mantiene en su decisión, él siente que solo la necesidad de entender el
ajedrez, puede llevarle algún peldaño más arriba.
Cuarta entrega.-
2.- El club Omega.-
A iniciativa de Cano se reúnen en casa de Jairo varios amigos
comunes, todos menores de veinte años: Alejandro, Fernando, Esperanza, Álvaro,
Lucía, Eduardo y alguno más, intentan agruparse y realizar actividades para
distraerse. -¿Quieres ser presidente del grupo?-, le preguntan a Cano que
parece tener la voluntad de dirigirlo, ha tenido la idea y tiene el entusiasmo
suficiente para sacarlo adelante. -Está bien, a condición de un secretario para
que lleve actas de cada reunión y me ayude en la administración-, acepta Cano
que mira a Jairo y le propone como secretario; Jairo es de formación académica,
le gustan la filosofía, la literatura, los idiomas, incluso el latín; -acepto-
dice Jairo con una mirada de niño regañado, sus gafas oscuras no dejan ver sus ojos
azules, pequeños y vivaces: -bueno, es importante que organicemos la reunión de
la semana próxima-, Cano empieza su actividad, cree que el mejor día para las
reuniones es el sábado, todos le apoyan y pide iniciativas para la siguiente
reunión; -leeré un poema mío -exclama Jairo con evidente emoción; Alejandro
insinúa que se invite a otros amigos que conoce, argumenta que así el grupo
crecerá y habrá más roce social, se ríe con malicia pensando en traer otras
mujeres y fomentar los amores entre los participantes; Cano insiste en que haya
otra casa para la siguiente reunión; -yo echaré unos nuevos chistes- dice Cano,
conocido por su capacidad para contarlos, es hombre de salón y tertulias, tiene
hábil palabra y corazón alegre; -bueno, ya está, poemas y chistes, ¿ es
suficiente, no ?- interviene Fernando, estudiante de Química, sabe tocar la
guitarra y tiene solemnidad en su trato que no se concilia con su corta edad;
-está bien, es suficiente y termina la sesión, de aquí en adelante hay libertad
de palabra y de tema-, concluye Cano que se da por satisfecho con la primera
reunión, para celebrarlo destapa una botella de aguardiente que había traído
encubierta entre algunos libros y revistas, bebida de bajo coste y alto
rendimiento en sus efectos embriagadores; todos beben un poco, hablan de
política sin freno alguno, aquello de "arreglar el país" es un hábito
social, comentan las últimas noticias, se despiden y marchan para sus
respectivas casas.
Quinta entrega.-
La madre y las hermanas de Jairo lo felicitan, creen que los
integrantes del grupo son simpáticos y serios a la vez; ellas hablan que Álvaro
es de "buena pinta"; Jairo se marcha con Alejandro, entran a una
cafetería nocturna del barrio, beben cada uno dos cervezas y se despiden. La
semana siguiente el Club tiene nuevos integrantes: Luz Alba, hermana de Jairo
y Rosario, hermana de Fernando; Cano da por iniciada la reunión, se
realiza en casa de Alejandro; Jairo lee el acta de constitución del club, la
aprueban; dan la bienvenida a los nuevos miembros, Cano anima a Jairo a
comenzar con la lectura de su poema, tal como lo prometió la semana anterior;
es un bello poema de amor inspirado en una prima suya que vive en los Estados
Unidos, lo entona con su voz dulce y firme, exalta la belleza del cuerpo y la delicadeza
del alma; al terminar sonríe satisfecho de su creación, todos le aplauden y
felicitan; Jairo enrojece y promete más poemas y comenta que anhela editar un
libro con el tiempo, si acaso consigue alguna editorial que lo apoye. -Ahora te
toca echar chistes -dice Jairo que como secretario da paso al orden del día-;
Cano es el aludido, cuenta varios chistes, algunos subidos de tono, pide
disculpas a las mujeres, todos ríen con la complicidad del humor colectivo.
Cano propone para la siguiente reunión bautizar el grupo y señalar las tareas
artísticas y de goce entre los socios; Esperanza traerá un cuento y lo leerá;
es compañera de colegio con Lucía, son excelentes amigas; Luz Alba
cantará un bolero y Jairo de nuevo declamará un poema conocido: "Canción
de la vida profunda"; hay más peticiones pero Cano considera que son
suficientes las propuestas. -No olviden traer nombres para bautizar el club-,
con estas palabras Cano los despide a todos y recuerda que solo hace falta
escoger una nueva casa para la reunión siguiente; Lucía y Eduardo ofrecen la
suya, ellos viven en el barrio San Miguel, contiguo al barrio Modelo, donde
hasta ahora se han realizado las reuniones; en medio de los dos barrios hay un
terreno llano sin construcciones, del tamaño de una manzana, que se utiliza
para jugar el fútbol. Terminan con tertulia y aguardiente. Se despiden y se
marchan.
Sexta entrega.-
El barrio " modelo " tiene casas pequeñas, fueron
adquiridas a bajo coste para familias de escasos recursos, suficientes para
alojar a cinco o seis personas de un hogar, por fuera tienen la fachada de
ladrillo desnudo, cuentan al menos con tres habitaciones, un baño, sala
comedor y cocina completa; hay quienes han podido construir garaje y
encima otra habitación en el espacio del antejardín; el barrio es homogéneo, es
decir, de familias donde trabaja sólo el padre, los hijos estudian el bachillerato
o la universidad y la madre se dedica con exclusividad al hogar, en ocasiones
complementa su ocupación con labores de productividad domiciliaria; cerca de la
avenida principal que conduce al centro de la ciudad, hay un núcleo comercial
de billares, cine y supermercado; los fines de semana los jóvenes se concentran
en ese lugar, de vez en cuando hay peleas callejeras; se fuma y se bebe también
en sus alrededores, en ocasiones se organiza algún baile; el barrio tiene poco
tiempo de existencia, es pacífico y pintoresco; en su extremo occidental se
levanta un famoso hospital, el " Lorencita Villegas de Santos ", en
honor de la esposa de un presidente colombiano de los años 1.934-1.938.- El
barrio " San Miguel " donde viven Lucía y Eduardo es algo distinto;
es de casas construidas poco a poco, según las posibilidades de sus
propietarios y la amplitud de los terrenos, disímiles unas de otras, con
antejardín y fachadas de estética y tamaños poco afines, hay viviendas de tres
y hasta cuatro plantas, pero la mayoría son de una y dos plantas; en medio de
los dos barrios hay una iglesia católica, de tamaño medio, bonita en
su arquitectura, donde los domingos recibe los feligreses en las
misas que van desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche; entre
semana está vacía, aunque abre sus puertas durante todos los días; hay quienes
la visitan por devoción y quienes por cumplir los compromisos religiosos. -Empieza
la sesión- dice Cano al reunirse el grupo en la casa de Lucía y Eduardo; se
agregan Daniel y Elenita, hermanos de Lucía y Eduardo, que muestran interés en
participar; Jairo, como de costumbre y dada su voluntad para darle vigor
al club, es el primero en mostrar sus deberes prometidos: declama con
pasión y excelente memoria el poema " el duelo del mayoral ",
una bella narración que refiere el enfrentamiento entre dos hombres valientes
por el amor de una mujer; Jairo exhibe de nuevo su talento artístico,
es aplaudido y se acomoda en la silla disfrutando de su éxito.
Séptima entrega.-
-Te toca cantar- le dicen a Luz Alba, que se había
comprometido a ello; Luz Alba sonríe, pide disculpas, carraspea un poco y luego
de cerrar y abrir los ojos para concentrarse canta el famoso bolero "
bésame mucho", su entonación es magnífica, lleva en el corazón la
melodía, también es aplaudida; Luz Alba es morena, de cabellos largos y oscuros
que agita sin parar, alta y robusta; comenta que se enamora con facilidad y sus
novios no duran mucho; prefiere tener un amor a largo plazo, está cansada
de rodar sin encontrarlo; su sonrisa es encantadora; confiesa que tiene un
amigo que la invita a todas partes con la complicidad de su madre, a espaldas
del padre; a Jairo no le gusta ese amigo, pero lo tolera porque entusiasma a su
hermana; los sueños de Luz Alba son viajar por el mundo entero y tener muchos
amigos. -Le toca el turno a Esperanza- dice Cano, contento por el desarrollo de
la sesión y sigue atento al orden del día. -Bueno, tengo que decirles que
cumplo a medias, el cuento que voy a leer no es mío, aunque sí lo he leído
varias veces porque me gusta muchísimo, es corto, lo sé casi de memoria, se
llama: ”un momento triste de un hombre feliz", no se conoce el autor, es
un cuento bello, espero me disculpen por alguna equivocación-. Esperanza se
acomoda bien en la silla, coge con las dos manos el folio y lee con el respeto
a las pausas, su entonación es maravillosa, rítmica y apasionada; tarda poco
tiempo en leerlo, es un tema de dolor y superación, tiene un bello mensaje
humano; es aplaudida; Esperanza es inteligente y graciosa, lleva unos meses de
relación sentimental con Álvaro, también integrante del grupo, aprovechan las
reuniones para encontrarse por el rechazo implacable del padre de ella a esa
relación, Esperanza cree que con el tiempo todo se normalizará, según Lucía es
magnífica estudiante y sobresaliente en matemáticas; Esperanza tiene criterio
para todo y se muestra decidida a conseguir lo que desea: formar un hogar,
terminar una carrera y ejercerla y ser feliz; sus gafas pequeñas y algo gruesas
impiden ver la emoción integral de su bonito rostro. -Al comienzo-
complementa Esperanza- cuando conocí el cuento lloré una y otra vez, ahora no
lo hago por la cantidad de veces que lo he hecho, espero que les haya gustado.
Todos expresan su alegría por el cuento. -Se abre el turno- dice el presidente
tomando de nuevo la palabra- para dar nombre al club, cada uno puede escribir
el suyo en un papel, un nombre por persona, echamos los papeles en una urna, el
secretario los leerá, nadie sabrá hasta el final quien es el autor de cada
nombre, cuando se termine la lectura de todos los nombres, habrá una votación y
el que obtenga la mayoría de votos será el ganador y ese nombre será el de
nuestro club.
Octava entrega.-
Se procedió a echar las papeletas en una cajita de cartón, todos
escribieron con rapidez el nombre que deseaban para el club, ya lo tenían
pensado; Jairo, como secretario, procede a su lectura: 1.- Club de
los Claveles y Magnolias; 2.- Club de los Magníficos; 3.- El club de los
soñadores y pensadores; 4.- El club de la tempestad y de la calma; 5.- El club
de la alegría; 6.- El club Omega; 7.- El club de los legendarios y 8.- El
club del agua y del fuego.- Cano advierte que Elenita y Daniel no pueden votar
para el nombre del club por no pertenecer aún a él, que luego se decidirá su
aceptación; empieza la votación siendo ganadora la sexta papeleta: el club
Omega, con cinco votos a favor, es hora de conocer su autor: Jairo, que estudia
griego y ha decidido escoger una letra de su alfabeto; le aplauden y queda en
acta con éste nombre. Todos deciden aceptar por unanimidad a Elenita y Daniel,
siendo a partir de ese momento doce el número de socios del club Omega: Cano,
Jairo, Luz Alba, Esperanza, Álvaro, Alejandro, Rosario, Fernando, Lucía,
Eduardo, Elenita y Daniel.- También se aclara que Rosario, hermana de Fernando
ya ha sido aceptada, aunque tiene poco interés en asistir a las sesiones. Se
reciben propuestas para la sesión siguiente que será en casa de Rosario y
Fernando; Jairo vuelve a tomar la iniciativa para declarar un poema, en éste
caso será " el brindis del bohemio "; Lucía propone un baile, será
con ocasión del recién bautizado nombre del club; se acuerda que cada uno lleve
algo para la fiesta; Fernando decide tocar la guitarra para la siguiente
sesión, aclara que este instrumento lo toca a oído, sin profesor ni academia
alguna y que lleva algún tiempo intentado aprender, no lo practica
con frecuencia para no molestar la familia; -yo leeré un poema mío- dice
Rosario con encanto personal y aclara: -no escribo poemas como los de Jairo,
pero sé que me inspiro de vez en vez, estoy terminando de construir uno que
espero tener listo para el próximo sábado-; Rosario vuelve a sentarse, segura
de sí misma,, lo que le interesa es integrarse al grupo y participar con su
aporte personal para compensar sus inasistencias; Cano da por finalizada
la sesión y da pié a que empiece una ronda de aguardiente y coca-cola;
cada uno bebe lo que quiere y luego se van marchando para encontrarse en la
siguiente semana; ya empiezan a formarse algunas parejas de amigos como la de
Esperanza y Álvaro, Lucía y Fernando y Eduardo con Rosario, de modo que el
interés va en aumento, reforzado por la atracción sentimental; Jairo y
Alejandro vuelven a marchar juntos, se apartan por el camino de los demás y
giran a la cantina -cafetería de otras ocasiones-, los dos llevan poco dinero
pero les alcanza para pagar cada uno una ronda de cerveza; a Jairo -le confiesa
a Alejandro- le gustan Lucía y Rosario, a su vez Alejandro se siente atraído
por Esperanza, gusto que comparte con su amigo Álvaro; los dos son pesimistas
en el amor y se consideran con pocas opciones para enamorar alguna mujer del
club.
Novena entrega.-
Llega el esperado día de la fiesta, nadie falta, la sala de la casa de Rosario y Fernando está preparada. -Espero que se diviertan, la sala es pequeña, pero todo está listo con mucho cariño- la que dice esto es la madre de los anfitriones, una señora de cabellos blancos, delgada, de rostro bondadoso; -se lo agradecemos mucho, le cuidaremos todo- le contesta Cano que asume la representación del club Omega, van entrando uno por uno, todos son puntuales; antes de comenzar la fiesta, tal como estaba planeado, Rosario lee el poema, corto y cariñoso, seguro que lo hizo pensando en algún hombre que pasó por su vida y del que se enamoró sin que él lo supiera, un amor secreto, como se dice en el sentimiento íntimo; Rosario se gana el aplauso de todos, incluso de su madre que le escuchó desde la cocina y que empezó a darse cuenta de que su hija también sufría " del mal de amores ", expresión coloquial del enamoramiento; Rosario es tímida, necesita ser reconocida para acabar con su aislamiento, le cuesta trabajo divulgar algún sentimiento comprometedor, es graciosa y se siente orgullosa de su belleza y timidez, estudia el bachillerato y piensa dedicarse a una profesión sin complicaciones, corta y de fácil acceso a su estudio y luego a su ejercicio, como el de Educadora Infantil, Asistente de Guarderías ó, de darle oportunidad la vida, diseñadora de modas; todos le dan ánimo para que elija lo que desee, pero ella menciona con preocupación las limitaciones económicas de la familia, sólo trabaja el padre, que necesita alimentar a ocho hijos; el mayor está en Europa, está casado con una sueca, que poco puede hacer para ayudar a la familia; el ambiente se torna gris por esas consideraciones; luego, según lo comprometido, Fernando toca la guitarra, alguna melodía clásica, demuestra que es autodidacta, lo hace bien, con carácter y concentración; Fernando es de estatura pequeña, estudiante precoz de Química en
Décima entrega.-
En cambio las otras relaciones son menos intensas y más sutiles; Fernando baila con Lucía sin atreverse a más, están en su hogar y su madre no deja de pasearse por la sala con la oferta de refrescos y pasabocas, menos intenso es aún el baile de Rosario y Eduardo que termina en conversación sentados en la sala; después de tres horas de baile, la única pareja que promete es la de Esperanza y Álvaro; ella dice que tiene que marcharse para casa, ha llamado por teléfono a su madre que le dice que regrese de inmediato antes que su padre vaya furioso por ella; el padre de Esperanza es un destacado abogado, de mal genio y algo presuntuoso, es bajito y calvo, con ello da la apariencia de un temperamento enérgico; la madre es tolerante y bondadosa, cuida que el padre no exagere su actitud restrictiva y rigurosa con los hijos; Álvaro está decidido para acompañarla, Esperanza acepta y se van los dos de inmediato; la fiesta continúa algo más de lo previsto, al final se convierte en tertulia y todos empiezan a sentir cansancio; Fernando expresa con algo de privacidad su amor por Lucía que decide aceptarle su invitación al cine para el domingo siguiente. Todos se despiden y regresan a sus casas; Cano no logra planear la siguiente reunión y se limita a decir que avisará a cada uno en concreto en sus hogares; la madre de Rosario y Fernando destaca la decencia de los integrantes del club y espera que haya otra reunión para volver a servirles. -¿ Cómo te pareció Lucía -pregunta Fernando a su madre, después de que todos se han marchado, en especial porque la madre insiste a su hijo que se consiga una buena mujer como novia, para que disfrute de la vida en pareja y no padezca las soledades que acostumbran a tener los hombres. -Es encantadora y además culta, ojalá no la dejes perder -responde la madre con algo de sobriedad, está acostumbrada a que su hijo tenga novias, pero que ninguna "le haga caso"; -él se enamora de ellas, se ilusiona y luego ellas lo dejan -complementa su comentario la madre con algo de ironía; -en esta ocasión no la dejaré marcharse -replica Fernando algo desconfiado de sí mismo y añade: -me gusta mucho y me parece que yo también le gusto-; la madre se limita a exclamar: -esperemos, esperemos...-.
Décima primera entrega.-
Lucía es apreciada por el grupo, colabora en la integración de los participantes, tiene carisma para garantizar el éxito donde se encuentre, es conocida su aplicación a los estudios y posee personalidad tolerante y comprensiva, de alli que Fernando no le quita el ojo con el beneplácito de la madre. Entre sábado y sábado Jairo, Eduardo, Alejandro y Daniel se van a practicar atletismo; Jairo es bueno para las distancias largas, Daniel tiene habilidad para los cien metros, Alejandro y Eduardo se desenvuelven bien en las dos modalidades; por la mañana bien temprano entrenan en el inmenso terreno cercano a sus casas y por la tarde van a tomar alguna cerveza; Eduardo y Daniel evitan el alcohol, de modo que Jairo y Alejandro beben solos, los cuatro son excelentes amigos y fraternas sus charlas. Alejandro goza de una situación económica superior a los demás, siempre lleva dinero consigo y por lo común es quien invita a beber. Jairo se lamenta que Lucía "no le para bolas", a ella le gusta Fernando y parece que esa relación fructifica; Eduardo lo consuela, aprecia a Jairo y le manifiesta que en eso no hay nada para hacer; Eduardo a su vez comenta que le gusta Rosario, pero que ella tiene una actitud displicente, poco afectuosa y no sabe qué puede significar eso, si en realidad ella no tiene ningún interés en él ó es una estrategia para que Eduardo refuerce la conquista de ella; los dos se consuelan y beben la última cerveza, todos marchan para sus casas; Eduardo es un hombre inteligente, independiente y casero, se ocupa de sus estudios y pone demasiado tesón en la conquista de alguna novia.
Cano tiene interés de reunirlos el sábado siguiente en su casa, va en búsqueda de cada uno y logra que más de la mitad acepte ir a la siguiente reunión; Esperanza se excusa en ir, su padre ha intuido que esas reuniones son un pretexto para verse con Álvaro y le ha negado permiso para asistir a ellas; Álvaro ha perdido todo interés en asistir al no estar Esperanza y evoca cualquier disculpa para faltar; Rosario empieza a jugar al gato y al ratón con Eduardo, es decir, si sabe que Eduardo va a ir a la siguiente reunión, ella se abstiene de asistir, piensa que de esta manera aumenta su estima personal ante cualquier pretendiente; Daniel aún no encuentra su sitio en esas reuniones y prefiere quedarse en casa para ver la televisión con su hermano Camilo; Elenita decide ir, su afecto y admiración por Jairo no decae, lo considera un hombre integral: recita, canta, es tímido y tiene gran cultura.
Décima segunda entrega.-
Cano tiene todo preparado para esta reunión, como no había tareas señaladas de antemano, decide ser él mismo el protagonista, talento suficiente tiene para ello; una vez que van llegando, los acomoda y ofrece refrescos, luego empieza a contar historias largas, en parte conocidas por él. en parte inventadas; son historias de crímenes famosos, donde cuentan los detalles para descubrir al asesino, reconstruye con minuciosidad la escena del crimen, la personalidad de los posibles autores y cómplices, el arma utilizada y los móviles que llevan al criminal a ejecutar el homicidio; tarda un breve rato en la descripción, al final, cuando todos tienen un sospechoso, él revela al culpable, lo describe y lo relaciona con el suceso, de tal forma que no queda duda alguna; todos le aplauden su ingenio; luego relata otro acontecimiento con la misma intensidad, el por qué Simón Bolívar ganó las batallas que lo llevaron a ser el Libertador, cómo lo hizo, con cuántos hombres contaba para cada una de ellas, cuántos hombres tenía el adversario, cuál fué la estrategia utilizada en los combates, cómo la suerte la mayoría de las veces estuvo de su lado, sus proclamas de contenido secreto, masónico, que tanto éxito le dieron al ayudarse de poderes libertarios; de nuevo aplausos, se ganó solito la sesión, Cano la da por finalizada, un buen rato compartieron su afición secreta por narraciones extrañas y divertidas.
Décima tercera entrega.-
3.- El fútbol y el baloncesto.-
Santacruz es corpulento, algo bajito y
rubio; -tú tienes cuerpo para jugar al baloncesto- le dice a Daniel que acaba
de llegar al colegio de los hermanos Maristas de Pasto, la familia al completo
vive en esa ciudad, el padre ha sido trasladado desde Bogotá, el calendario
escolar acaba de terminar en noviembre en la capital y hay que empezar un nuevo
curso en Pasto, ya iniciado en octubre; -¿antes habías jugado al básquet?-,
vuelve a preguntar Santacruz, dispuesto a formar un buen equipo, tiene alma de
organizador; -no, jamás-, responde Daniel un poco decepcionado de sí mismo: -no
importa, te entrenaremos-, Santacruz no se rinde, sin embargo todo el interés
de formar un buen equipo queda sepultado por el difícil año académico, tanto
para Santacruz como para Daniel, hay que estudiar a todas horas, el religioso
que dirige el curso no da respiro en ningún momento, su gran interés es
mantener a sus alumnos ocupados día y noche, no dejar que las horas libres se
conviertan en causas de perdición, entonces utiliza las formas posibles de
ocupación: memorizar largas poesías, aprender la historia universal de veinte
páginas en veinte páginas para cada clase, las clasificaciones científicas de
la botánica no se escapan a los deberes diarios; quizás el único oasis durante
ese año de fanática memorización es la clase de matemáticas que dicta el
profesor Calderón, hombre sensible con las necesidades en alimentos de sus
paisanos los ecuatorianos, para ello pide en cada ocasión a sus alumnos llevar
mercados a un centro comunitario para repartirlos, de modo que Santacruz tiene
que retirarse durante ese año, no puede con el acoso escolar del religioso y
Daniel termina al borde del precipicio, logra pasar el año por una suerte
misteriosa; Daniel no vuelve a saber nada de Santacruz y le pierde de vista
para siempre; sin embargo Santacruz tiene su sombra sembrada: Daniel empieza a
jugar al año siguiente baloncesto a las horas menos pensadas, entre clase y
clase, al mediodía y por la noche, junto a su compañero Javier, hábil y
divertido y luego sólo en la práctica de encestar desde diferentes pasos de
distancia al aro.
Décimo cuarta entrega.-
El regreso a Bogotá continúa con el furor del baloncesto, de manera simultánea surge el fútbol, también por las casualidades de la fortuna: va a vivir con sus padres y hermanos al barrio "San Miguel", cerca de allí hay un descampado de gran tamaño como de dos manzanas, como Eduardo y Daniel tienen varios meses libres hasta comenzar el calendario escolar, salen a diario a dar un paseo, se encuentran entonces con Edgar Alba, aficionado total al fútbol, con talento y valor para practicarlo; poco a poco les induce en una pasión que no termina jamás; Edgar Alba conoce los secretos del fútbol, del regate, del acierto para el gol y del cuerpo a cuerpo, indispensable para ganar espacios y para el tiro a puerta; casi a diario practican, hasta el punto que a los seis meses, cuando finalizan las vacaciones son hábiles y apasionados como su amigo, año tras año no dejan de superarse; la combinación con los estudios se complementa; Daniel encuentra pronto una limitación: después de algunos minutos de correr y regatear, se agota, con dolor intenso en el bazo, lo que le lleva a disminuir su capacidad para el juego, e incluso a dejarlo por momentos; prefiere el fútbol de salón, del cinco contra cinco, juega como portero y así dosifica sus fuerzas; su ilusión es ser delantero, pero no es posible, se acomoda entonces a la posición de portero y así se permite vivir con el fútbol; de nuevo encuentra su realización en el baloncesto, le resulta cómodo mantener el ritmo en una cancha más pequeña, los espacios reducidos le habilitan para realizar buenos partidos, encuentra un nuevo compañero y amigo: Alberto Villamizar, hombre superior para todo, en especial para el baloncesto, le gana a todos en el uno contra uno para jugar la veintiuna al aro, encesta como un gigante y se divierte de igual manera. Alberto Villamizar es una leyenda para Daniel, además de amigo noble, habla de haber besado en la boca a más de veinte mujeres, no tiene miedo a nada y destaca como líder sin proponérselo, tiene alma de aventurero, los demás compañeros le respetan, está dispuesto a fin de año para marcharse a otro colegio para conocer otros amigos y profesores; durante ese año también conoce a Jaime Escobar, un superdotado para la vida, ha hecho de todo, es poco -según él mismo- lo que le queda por hacer, ha viajado por el mundo entero, tiene dinero suficiente para retirarse de los estudios y vivir de la renta, ha vivido en los Estados Unidos y en Francia, bebe, fuma, tiene relaciones sexuales con mujeres de más edad que él y se enfrenta a los profesores para reclamarles una enseñanza de calidad.
Décima quinta entrega.-
Jaime Escobar y Alberto Villamizar no son
amigos, pero se respetan; uno se sienta adelante y el otro atrás, al fondo del
salón; hay otros compañeros más que quieren emular a éstos dos, son caricaturas
y caen el ridículo como son Solórzano, Isaac y Melgarejo; para el año
siguiente, ninguno de estos cinco continúan en el instituto del Carmen,
abandonan como es el caso de aquellos dos y son expulsados como ocurre con
estos tres últimos. Ninguno supera los quince años de edad.
Edgar Alba estudia en otro colegio; Eduardo y Daniel lo ven sólo los fines de semana, la cita obligada es el descampado con el balón de fútbol, son horas de diversión, infinitos e imaginativos. Después de terminar ese año, con la desaparición de Villamizar, el baloncesto entra en el olvido, gana el fútbol que traspasa amistades y cursos y se instala en sus almas; el barrio nuevo a donde van a vivir, llamado " del hipódromo de techo ", abre sus puertas para el fútbol, anida en sus calles, en sus zonas verdes, en el seminario parroquial de los religiosos Carmelitas, hasta quedarse para siempre.
Edgar Alba estudia en otro colegio; Eduardo y Daniel lo ven sólo los fines de semana, la cita obligada es el descampado con el balón de fútbol, son horas de diversión, infinitos e imaginativos. Después de terminar ese año, con la desaparición de Villamizar, el baloncesto entra en el olvido, gana el fútbol que traspasa amistades y cursos y se instala en sus almas; el barrio nuevo a donde van a vivir, llamado " del hipódromo de techo ", abre sus puertas para el fútbol, anida en sus calles, en sus zonas verdes, en el seminario parroquial de los religiosos Carmelitas, hasta quedarse para siempre.
Décimo sexta entrega.-
Paralelo a la práctica del fútbol, viene una práctica igual de apasionada: amor al mundo de los grandes futbolistas, las selecciones nacionales a las que pertenecen, ver por televisión la transmisión de grandes partidos de los campeonatos de fútbol; en ello va también el coleccionar las pegatinas para adherir en los álbumes y llenar hojas enteras con los rostros de los famosos; el equipo que gana el corazón de los aficionados en Colombia es Brasil, tiene la estrella de todos los tiempos: Pelé, que a la hora de la verdad no falla, consigue lo que quiere y no hay nadie que le haga sombra; los demás futbolistas le respetan y los aficionados son súbditos suyos; Pelé alegra la vida de la gente, tiene compañeros tan buenos como él, pero Pelé nació para la gloria. La selección de Colombia es para disgustos; se inflama el corazón de los fanáticos antes de un partido y luego se desinfla al final; la mejor frase es: "jugamos como nunca y perdemos como siempre", es el himno del pesimismo en el que viven los colombianos con la selección desde hace décadas; nada tan doloroso, sin embargo nadie se ilusiona con más y nadie exige más; el fútbol es para alegrías y para tristezas, como la vida misma; los años siguientes son estériles para el fútbol en el corazón de Daniel, se pasa de su ejecución en el barrio y en el colegio para ser testigo nada más de los acontecimientos mundiales, se deja el pequeño protagonismo y entra a vivir y oír lo ajeno, aunque grande y glorioso, ajeno, la práctica de otros, los profesionales que ganan fortunas para que otros los adoren, es triste, languidece el fervor y la pasión por ser él mismo, un pequeño jugador, a un devoto incondicional.
4.- El altar.-
En el barrio "San Miguel " Daniel se levanta antes de que amanezca, un poco antes de las seis, la familia duerme, intenta ganar la calle en completo silencio, cierra el portón principal con cuidado, se dirige al descampado cercano, junta con rapidez varias piedras de menos de medio quilo de peso, forma un círculo amplio, se coloca en el centro y espera la salida del Sol, cuando asoman los primeros rayos se inclina y pide por todos y por todo, luego dispersa las piedras y regresa de inmediato a su hogar, nadie se ha dado cuenta y se mete en la cama; esta acción se repite siempre que logra despertarse a tiempo, que nadie esté despierto, la discreción le sostiene el entusiasmo, y que el tiempo de la calle sea bueno; el altar abierto al Sol es el comienzo de algún altar, en alguna parte, con piedras, con figuras, con imágenes, la divinidad ha estado ahí siempre dispuesta a escucharlo, y él dispuesto a suplicarle y agradecerle, su corazón nunca puede estar en blanco, necesita ser ocupado por alguien que dé fortaleza, que viva, que ame; el altar nace en el silencio y en la necesidad; las imágenes católicas son impuestas, luego son rechazadas y después ocupan su sitio natural, en libertad, acorde a los sentimientos y es cuando permanecen; ganan sitio las vírgenes, la estampita de
Décimo séptima entrega.-
-¿ Quieres ir este fin de semana a un convento de los religiosos claretianos ? -le pregunta Alejandro, interesado en conocer de cerca la vida religiosa, la madre le insiste en que puede ser monje, ella tiene un primo hermano en el convento a dos horas de Bogotá de los padres claretianos y le dice que vaya, se lo viene diciendo desde hace mucho tiempo atrás, Alejandro rechaza cualquier posibilidad de estar como religioso, en esta ocasión quiere ir con Eduardo y Daniel, que aceptan la invitación, hay que pasar una noche en el convento y regresar al día siguiente; se van los tres, al llegar allí son recibidos con fraternidad, Daniel observa el sentido silencio y la entrega de los monjes, que disfrutan en la humildad y el desapego; la sensación es extraordinaria, de tal fuerza que Daniel promete que si alguna vez entra a la vida religiosa, lo hará en un convento de los frailes claretianos; Alejandro y Eduardo se ríen de esa promesa, ellos advierten que aunque son religiosos, sin embargo debajo de sus hábitos hay hombres con sus pasiones y deseos del amor y del sexo; -si me dejaran vivir en el convento con mi mujer, no dudaría en entrar- comenta Eduardo señalando una carencia, la femenina, que de pronto haga perder la tranquilidad a los monjes; Alejandro dice algo similar, que él no podría vivir mucho tiempo sin una mujer, que no todo es servicio y humildad, también que el hambre de sexo echa todo por los aires; regresan a sus casas, están contentos por el paseo, sólo Daniel queda impresionado por las virtudes observadas por los religiosos y desde entonces empieza a sentir la necesidad de estar alguna vez en un convento, él sí considera que la mujer no es necesaria siempre y cuando se realicen actividades de entrega a los demás, la vida diaria le parece egoísta, agresiva y poco servicial; tanta ambición por un mundo mejor no tiene sentido, cuando en un convento de tiene todo, y a cambio dispones de tiempo suficiente para ayudar a otros; en fin, este paseo le marca y crea una ansiedad en su corazón. A Daniel le gusta entrar a las iglesias cuando hay silencio, detesta la hora de la misa, que por obligación va; prefiere esos momentos cuando los devotos se inclinan ante alguna divinidad, abren sus brazos y se arrodillan en la súplica de alguna resolución, es para él la religión en su plenitud, el hombre a solas con su Dios, su Virgen, su Santo, su devoción es lo único que cuenta; está seguro que el milagro que sea se produce, es la relación natural del hombre con su Dios, el milagro es la magia de la bondad y la necesidad; el Universo entero escucha una súplica y la resuelve; no le cabe ninguna duda, Daniel ama esa relación, la mantiene en secreto y la cultiva día a día; ya conoce otra religión que poco le atrae: la de la obligación de orar, en forma masiva y sin devoción alguna.
Décimo octava entrega.-
Daniel reza el rosario en grupo, siente que no es sincero ni devoto y pide al hermano religioso lo exonere de esa práctica, el religioso acepta pero queda un resentimiento extraño que intenta hacerlo valer con la marcha de Daniel del colegio, que por alguna circunstancia favorable no se cumplió; es difícil aceptar una rebelión de un ser a nuestro cargo, inferior en la jerarquía del momento; entonces Daniel se sale a la hora del rosario, espera afuera y cuando termina el acto religioso, vuelve a entrar; esto no va a durar mucho tiempo, Daniel siente la necesidad de entrar en un convento, habla con un jefe de admisión de las vocaciones, lo entrevista y lo rechaza; el jefe de admisiones comprende que el corazón de Daniel oscila entre el sí y el nó a la divinidad, y decide evitarle que continúe en ese baile de indecisiones, no lo acepta y le pide que vuelva el año siguiente en caso de insistir en su petición; Daniel ama la religión y por tanto tiene las contradicciones del amor; su corazón vuelve a calmarse y decide no insistir más en el ingreso a un convento; también hay otra razón poderosa para no volver a pedir ingresar en un convento, una mujer llega a su corazón y lo agita hasta hacerle ver la vida de manera distinta; se excita y se enamora, su devoción es ahora una afectuosa mujer, sensible y libre, que se fija en él y lo levanta con su mirada; Daniel se arrastra por la vida y ella lo pone de pié hasta hacerle caminar hacia ella.
La religión le llega en las procesiones del colegio " San Miguel ", modesto centro de enseñanza próximo al hogar de la abuela María Elena; el rector, el señor Bermúdez, decide escogerlo para llevar la pintura con marco y cristal del arcángel " San Miguel ", protector del colegio; les acompaña una banda de música y el estudiantado desfila detrás con sus trajes de gala; este arcángel ocupa una posición elevada dentro de la estructura de las divinidades; el señor Bermúdez decide en una ocasión histórica, sacar a formar a los estudiantes al patio, una vez allí todos les dice: -hay peligro de una guerra nuclear, los soviéticos llevan barcos cargados de armamentos por las aguas del Caribe para dejar su carga en la isla comunista de Cuba, el presidente de los Estados Unidos, el señor Kennedy, ha decidido que si los barcos no se dejan inspeccionar, serán atacados por sus aviones de combate, el asunto está al borde para la guerra; si los barcos son atacados, dice el señor Kruchof, habrá represalias; en fin, sólo hay que rogar a Dios y a
Entrada décimo novena.-
El día siguiente todos los acontecimientos habían cambiado, los soviéticos decidieron regresarse para su imperio y los norteamericanos no tuvieron que atacarlos; el señor Bermúdez a cada momento cita a Dios y a
Entrega vigésima.-
En otra ocasión Daniel va con sus padres y hermanos a un paseo en un domingo sosegado por el oriente de Bogotá, de pronto el cielo crea unas fascinantes figuras con las momentáneas nubes, son figuras que parecen ver a Dios en su trono, nos bajamos todos, incluso el padre de Daniel poco dado a la fascinación religiosa, dan gracias por las imágenes que las reciben como una bendición, la madre reitera con entusiasmo que una familia está unida y permanece bien gracias a la protección divina; la religión asoma su rostro bondadoso, de gratitud y protección. Este sentimiento es la huella dactilar de Daniel en su relación con la religión, la de los milagros, la de la protección, la de la súplica, la de la bendición, la de querer el bien de todos en todo momento; Jairo y Alejandro aprecian la devoción religiosa de Daniel; ellos prefieren una religión para la filosofía y el conocimiento; -no estoy de acuerdo con un Dios vengador, que acaba con personas y pueblos enviándoles toda la artillería pesada- dice Jairo entre divertido y profano; Alejandro se muestra un poco conciliador: -la religión sirve para cuando está uno en problemas- comenta golpeando su reloj con las uñas de la otra mano, continúa: -hay que ver a mi madre cómo implora cuando alguno de nosotros está en problemas, en especial con mi hermano Mario que sufre problemas de salud, yo admiro eso y seguro que da resultados, yo llego a decir "Dios mío échame una mano", no sirve para más- Alejandro se ríe mostrando sus dientes algo amarillos por el excesivo consumo de cigarrillos; Alejandro elude todo conflicto racional, prefiere la intención y el sentido común del día a día; Jairo interroga con pasión y retuerce los argumentos para extraer alguna verdad que cuestione conductas y doctrinas; los dos se entienden y aman la vida, son sentimentales y afectuosos; Daniel mantiene en secreto su oración en el altar improvisado con piedras en el descampado, es su mejor secreto, se siente unido a la divinidad con este rito que realiza con poco frecuencia; -si Daniel entra alguna vez a un seminario- le dice su padre para que todos oigan- será Papa, el primer Papa colombiano; su padre le ve con aptitudes para religioso, es devoto, no tiene como otros estudiantes comportamientos belicosos, poco dado a los placeres y vicios; Daniel no tiene ninguna vocación perdida, no le atrae ser religioso, siente afecto por la vida de los santos que se recluyen para servir a los demás; aprecia y siente atracción por las mujeres, aunque no le gusta hablar de sexo; -!qué culo la de esa china!-, repiten sus amigos cuando van por la calle, ese vocabulario no es para él, cuida sus palabras porque así se lo manda su corazón; sus amigos intentan no molestarle pero él quiere ser un hombre de mundo.
Entrada vigésimo primera.-
Alvaro está intentando seguir una carrera canónica, piensa estudiar Derecho y Leyes para luego especializarse en Historia de
-Tiene más lógica hablar de fútbol- anuncia Alvaro que tiene su equipo perfecto para ganar cualquier copa regional o nacional; todos sacan a relucir sus dotes de entrenadores y conocedores de las habilidades de los deportistas; se escogen jugadores de Millonarios, Santa Fé, Nacional y alguno más del Júnior o del Deportivo Cali; -los colombianos son buenos futbolistas, pero fallan a la hora de la verdad- dice Lucía siguiendo el eco de la prensa diaria que los elogia y entusiasma antes de un partido para luego, ante una derrota segura, despedazarlos y echarlos a las llamas del olvido; Esperanza está de acuerdo y acude a la desconfianza nacional, a la falta de fe en sus jugadores y de ellos en sí mismos; -está claro que primero son los extranjeros y luego nosotros- expresa de nuevo Esperanza dándose cuenta que la gente del fútbol habla de Brasil, Alemania y Argentina como favoritos; el complejo a la hora de enfrentarnos a ellos es grande.
Entrada vigésimo segunda.-
-Bueno, hagamos las paces- dice Alejandro para mostrarse conciliador y concluye: -los colombianos tenemos un nivel que no podemos traspasar, como ocurre con los ecuatorianos y venezolanos, ésto en fútbol, a no ser que haya un milagro, tenemos que ver a nuestro equipo al nivel que tiene, para enfrentarnos entre nosotros y no más-; Alejandro sonríe y espera que nadie le dispute este sentimiento, le parece que la religión, como la vida misma, no es un contenido, es una actitud que llevamos dentro a la hora de ver el mundo y el deporte.
5.- Matan a Kennedy.-
Llega el tío Eduardo Belmonte y dice
emocionado: -Han matado a Kennedy-; son algo así como las seis de la tarde,
encendemos la radio que también hace las veces de tocadiscos y guardadiscos, es
alta, cuadricular, su color madera oscura le da presencia, los informativos
empiezan a dar detalles; -iba caminando -comenta Eduardo Belmonte-, de pronto
unas chicas dicen: "pobre Jackeline", les pregunto por qué y me lo
han dicho- todos estamos alrededor de él, nos sentamos en la salita donde está
la radio, los comentarios de la radio y los nuestros, son difusos e
imaginativos. -Eso fué Fidel Castro- dice Eduardo y se basa por los cohetes de
Cuba que John Kennedy ordenó desmantelar a cambio de no hacerlo con un ataque a
la isla; la radio ensalza las virtudes del presidente norteamericano, su
juventud y su carácter para enfrentarse a los soviéticos; -dicen que han cogido
al asesino -vuelve a comentar Eduardo Belmonte- y añade sin haber superado la
emoción: -ojalá sea verdad, no vayan y cojan un pobre pendejo para demostrar la
eficacia de la policía-. Eduardo Belmonte es un primo del padre de Lucía, se
dedica a la venta de seguros de vida, viaja por la región de Nariño donde vive
la familia Durán, es simpático y vital, los que le llegan a conocer, elogian su
temperamento afable. La empresa de productos insecticidas para la agricultura
ha trasladado al padre para Pasto, tienen una enorme casa de alquiler de
propiedad de un sacerdote que tiene problemas con la curia; Eduardo Belmonte
lleva unos días con ellos; Pasto es una ciudad pequeña que tiene los servicios
y centros suficientes para vivir a gusto, colegios de renombre nacional, una
universidad con la casi totalidad de las facultades, hospital y comercio
nutrido; tiene un ambiente sano, casi nunca se escucha hablar de crímenes ni
delitos atroces, el clima es frío; su mayor carencia es la falta de televisión
que ya se disfruta en toda Colombia; aún algunas familias de reúnen para rezar
el rosario, las semanas santas son monumentales, tiene hermosas iglesias y mucho
terreno para edificar.
Entrada vigésimo tercera.-
! Qué alegría que estés con nosotros! -le dice el padre al tío Eduardo Belmonte, cuando ya han bebido tres cervezas en medio de la conmoción por la noticia, -tengo poca relación con mi familia paterna, mi única hermana vive en los Estados Unidos, de modo que la visita tuya es para celebrarla-, agrega el padre con algo de nostalgia y desconsuelo, que abre dos cervezas más, el tío la recibe pero advierte que es la última, el médico le ha recomendado beber poco alcohol para controlar la tensión arterial, -seguro que no me va a pasar nada, porque la alegría es la mejor medicina- exclama con júbilo y completa: -contigo Eduardo llevamos diez años o más sin vernos, tus hijos estaban pequeñitos y los dos últimos no habían nacido- se refiere a Elenita y Camilo que tienen ocho y siete años; la madre también está contenta, ella no para de servir comidas, no puede estar sentada y tranquila, su temperamento es servir y colaborar en cada momento; -Aurita, qué bien estás, siempre tan amable-, la elogia Eduardo Belmonte, hombre afable y de refinado carácter, desprecia la falta de formas en los modales y el lenguaje, es crítico con la grosería; la madre aprovecha para agradecerle la visita, le recuerda dos hermanos algo menores que él e indaga por ellos, el visitante contesta que están bien, con algunos achaques de salud como también los tiene él; -¿ y tú Daniel dónde estudias y cómo se va con ellos?- se interesa el tío por el tercero de los hermanos, Daniel le responde que estudia en el colegio de los hermanos Maristas junto a sus otros dos hermanos Eduardo y Camilo, cursa el tercer año de bachillerato, omite comentar que el año anterior estuvo a punto de perderlo, en cambio el año en curso lo lleva bien; -yo -se pone serio el tío Eduardo Belmonte- sólo estudié hasta la primaria, mis padres tenían pocos recursos para matricularme en colegios de pago y a mí no me gustaron los colegios públicos, la gente que va allá es vulgar y de malas costumbres, entonces le dije a mis padres que preferiría formarme por mi cuenta y que deseaba trabajar cuanto antes -levanta la cabeza evocando sus recuerdos, se pone algo sentimental, situación que aprovecha el padre para decirle: -eres igual que yo, autodidacta, lo que en realidad importa lo aprendes de la vida, brindemos por nuestras vidas-, chocan sus vasos el padre y el tío, beben un poco más, ya es de noche, Eduardo Belmonte se despide y se va a dormir a un hotel del centro de la ciudad, prefiere así, es un hombre independiente, ama la austeridad, lee libros y revistas hasta bien tarde, por eso no le gusta aceptar el hospedaje con familia y amigos, le da un beso cariñoso a la madre, un abrazo al padre y vuelve a exclamar: -lamento el asesinato de Kennedy, sin embargo alguien tiene que reemplazarlo y la vida tiene que seguir-, a lo que Eduardo, el segundo de los hermanos le despide con una sugerencia: -ya hay sucesor, es Johnson, hay que empezar a desconfiar de él, es el primer beneficiado del asesinato, luego es el primer sospechoso, pudo haber contratado a Fidel Castro para eso-, Eduardo Belmonte se ríe y replica ya en la puerta: -todo es posible hijo mío, el poder no tiene escrúpulos, bueno, en fin, hasta otro día-, se marcha.
Entrada vigésimo cuarta.-
El padre continúa con su cerveza, la madre y los hijos se dispersan, entonces prefiere poner discos y apaga la radio, -se acabaron las malas noticias, ahora viene la música-, pone para empezar un disco con las canciones de Carlos Gardel, se queda inmóvil escuchando sus melodías, nadie está presente para acompañarlo, de vez en cuando desde el comedor la madre le dice: -mijo, venga a comer-, ya están todos sentados en la mesa, el padre contesta en voz baja: - luego voy, antes me voy a tomar una cerveza-; la madre y los hijos siguen comentando las noticias sobre Kennedy, de su posible asesino y de la consternación en el mundo entero, después de la comida cada uno se va para su habitación, la madre insiste al padre para que tome la comida, es imposible, los discos siguen sonando, después de Carlos Gardel vienen Garzón y Collazos y el barítono Caballero; la madre espera un buen rato, mientras tanto limpia la cocina, lava los platos, barre y pasa el trapero, ! por fin ! el padre se levanta, se sienta en la mesa del comedor, la madre le sirve de nuevo una sopa de papas, cebolla y un par de huevos dentro, la anterior comida la tuvo que recoger porque se había enfriado, después de que se comió todo en silencio, lo acompaña a subir la escalera, lo coge del brazo, la escaleras son de madera, estrechas y empinadas, hay que subirlas con cuidado, arriba en la habitación cierran la puerta; la noche es triste, aunque la noche encuentra reposo al ver al padre dormir, al día siguiente hay que trabajar y dormir. Los periódicos madrugan y anuncian con grandes titulares el asesinato de Kennedy, muestran la fotografía cuando Jackeline intenta darle la mano a un guardaespaldas para que se suba al automóvil descapotable y proteja a su marido y también desde luego a ella; en la calle, en las cantinas, en los colegios y en la radio se sigue hablando de lo mismo; cada vez más se desvirtúa que el asesinato fué cosa de los comunistas, se habla de un asesino solitario, se recuerda que los magnicidios son obra de mentes perturbadas, aisladas, que desean ser famosos a costa de un crimen de algún personaje; -les apuesto que el asesino fué Jonhson en complicidad con Fidel Castro- insiste Eduardo, que está dispuesto a desmenuzar los argumentos en ese sentido, tiene lógica, pero como en toda argumentación exagerada, faltan pruebas; los demás escuchamos en silencio.
Entrega vigésimo quinta.-
En la medida que pasan los días, se habla de un autor nuevo: la mafia; tema que casi nadie domina, se sabe que la mafia está ahí y acaba con cualquiera cuando se lo propone, así sea el mismísimo presidente de los Estados Unidos, pero cuando se habla de la mafia hay que conocer detalles, leer revistas y libros curiosos y atrevidos y para eso hay que ser un apasionado del tema; a los dos días se ven las fotos del hijo menor del difunto, saludando al estilo militar el féretro de su padre, es una bella foto, suficiente para pasar de largo el interminable desfile de personajes en el entierro; la madre recuerda que a Gaitán también lo asesinaron y que los autores verdaderos quedaron impunes, sólo capturaron al primer pendejo que pasaba por ahí, que el pobre hombre no pudo decir nada, no lo dejaron hablar; -sólo la justicia divina condena a los verdaderos autores-, resalta la madre con un suspiro de resignación y dolor.
En el colegio de los hermanos Maristas es poco lo que se habla del asesinato de Kennedy, es decir casi nada nuevo, es más la sensación extraordinaria de lo ocurrido, la familia fascinante del fallecido, la bella esposa y sus hijos tiernos; en los periódicos algún comentario de la ayuda de Kennedy a los países de Latinoamérica, como es el caso de la leche en polvo que regalan en latas selladas, también aceite; suponen que esas ayudas cesarán con otro presidente: Lucía comenta con algo de visión bíblica: -con el tiempo lo que va a ocurrir en una guerra nuclear y el mundo se acabó-; la madre interviene para pedir a Dios que ojalá nunca ocurra eso; Daniel sólo habla de las noticias que escucha, que todo el mundo conoce; el padre se ha ido a trabajar, recorre los pueblos vecinos de Pasto para visitar clientes conocidos y para hacer nuevos clientes; le basta que tengan una tienda de venta al público de productos químicos que combatan los insectos de la agricultura y en menor interés los que ayudan a la ganadería en ese mismo sentido; se pueblo en pueblo vende, de paso le ofrecen alguna cerveza que acepta para refrescarse un poco y para favorecer las circunstancias de las ventas; con autorización de la empresa concede créditos para la entrega de la mercancía, una parte al momento y otra a los treinta o sesenta días; se crea una relación entre el padre y los clientes, que por lo común son campesinos que han conseguido un dinero para montar una tienda en el pueblo; son gentes honradas, que aprecian el crédito que se les brinda, intentan mejorar su oferta de productos y ganar la vida con ello; el padre regresa en la tarde, a veces bien entrada la noche cuando algún cliente lo retiene para brindarle cerveza y algo de comida, rechaza la comida porque la tiene en su casa en abundancia, a cambio acepta de buena manera la cerveza; -Tómese la última don Eduardo, déjeme atenderlo, usted ha sido amable conmigo y yo tengo que cumplirle- le dice el señor Eugenio Chaucanés de la población campesina de Yacuanquer, situada a una hora larga de Pasto, por carretera polvorienta y algo estrecha; -está bien, se lo agradezco, dígame qué comenta la gente del manzate, cuál ha sido su acogida-, el padre se refiere al más famoso de los productos de su empresa; la respuesta es sorprendente: -muy buena acogida, es el producto que pronto se agota, da buen resultado para las plagas, y además es rendidor, con un kilo de manzate se pueden fumigar dos hectáreas-, el señor Chaucanés vuelve a servirle otra cerveza que el padre acepta, le es imposible evitarla, un cliente está satisfecho, le habla bien de los productos y está garantizada la venta periódica en ese pueblo.
Entrega vigésimo sexta.-
Las mejores ventas las realiza el padre en
un pueblo importante en la frontera con Ecuador, Ipiales, la segunda en
importancia después de Pasto, es una zona agrícola extensa, rica en la
producción de papa, cuanta con varios almacenes grandes de venta de productos
para el campo, pero también hay competencia con otros vendedores que vienen
incluso desde Cali, bastante lejos de allí, atraídos por el potencial de
ventas; tampoco se sorprende el padre cuando descubre que desde Ecuador también
llegan vendedores, es fin, poco a poco introduce los productos de su empresa,
que son de gran calidad, además él es un excelente conversador; -señor
Tarquino, ¿qué le parece si le dejo algunas muestras de nuestros productos para
que las gentes los puedan probar para sus cultivos?-, me parece bien don
Eduardo, déjeme unos veinte kilos y así iremos poco a poco-, responde el
cliente a la confianza del padre, que le permite que esos kilos se los pague
cuando los haya vendido, así el cliente acepta la prueba sin riesgo alguno;
-volveré la otra semana, ya me contará entonces el resultado de la eficacia con
ellos-; -de acuerdo, don Eduardo, le espero la semana próxima. –
6-
Cantan los canarios.-
Día a día alguna inquietud asoma; - ¿qué
pasa Durán que no te veo bien?, si quieres puedes irte para casa-, el profesor
Calderón nota que su alumno no se concentra en su clase de matemáticas,
favorita para Daniel que la encuentra lógica y creadora; -sí, es verdad, no me
encuentro bien, prefiero irme para mi casa-, contesta Daniel, sometido a una
presión insólita, inesperada, él mismo no lo sabe bien, " ya aparecerá
algo que me explique este malestar ", piensa para sí; -puedes marcharte,
según como sigas vienes a clase, lo importante es que te recuperes-, el
profesor Calderón le da una palmadita en la espalda y lo acompaña hasta la
puerta de la calle para que el portero lo deje salir, hay orden de que ningún
alumno puede abandonar el colegio antes de la hora de salida. Daniel decide dar
un paseo por el parque de la
Media Torta , hay suficiente verde para caminar un poco,
echarse en el suelo y meditar; estando allí unos minutos y cuando decide irse
para casa, ve una extraña nave que se acerca a donde él está; sorprendido mira
para todos lados para ver si hay alguien más, no ve a nadie, se imagina que es
una de esas naves de la fuerza aérea que se utilizan para medir la humedad, o
rastrear el ambiente; sin embargo la nave decide posarse cerca de él, casi que
a menos de dos metros, está suspendida en el aire, a unos cincuenta centímetros
del suelo, intenta salir corriendo, es imposible, se siente atrapado, pero algo
curioso ocurre con él, no siente miedo alguno, es curiosidad lo que siente,
quién sabe quiénes pueden salir de esa nave, dispersa luces de colores, es
pequeña, dorada, y no da muestras de hacer ningún daño.
Entrega vigésimo séptima.-
Lo curioso es que nadie sigue sin aparecer por allí, alguna pareja de novios, algún vagabundo, un policía, un deportista, bueno, nada; a los pocos segundos una de las ventanas de colores se abre y aparece un rostro afable, un hombre de cabellos largos y cara algo subida de color rojo, le dice: -! hola Daniel ! te hemos seguido hasta aquí, primero hemos causado el malestar para que vinieras hasta acá, somos tus amigos, venimos tres en la nave, queremos invitarte a dar una vuelta por el planeta y en pocos minutos te dejamos en este mismo sitio ¿ estás de acuerdo en dar un paseo ? no te haremos ningún daño-; el misterioso hombre se calla y espera respuesta, Daniel siente la necesidad de ver la nave por dentro y saber algo más de estos hombres a que se refieren las tiras cómicas; baja una pequeña compuerta con barandas hasta sus pies, sube por ella, arriba se sienta en una silla cómoda y arranca la nave, se eleva a gran velocidad, él se asoma por una ventanilla, ve ríos, mares y ciudades abajo, le preguntan a dónde quiere ir, primero Nueva York, después París y por último las selvas de África repletas de animales; todo eso ocurre, nada más pasa por su cabeza, pero para saber si en realidad es verdad todo lo que ocurre, pide que le muestren Bogotá, de inmediato pasa por la capital colombiana, sus calles y avenidas, por la calle donde vive su abuela, el colegio " San Miguel ", incluso le dicen que si quiere bajarse y comprobar que está allí, puede hacerlo; rechaza la oferta, piensa que de pronto lo pueden dejar abandonado, la nave sigue su recorrido y vuelve al mismo sitio donde lo han recogido, se baja, el hombre de cabellos largos le dice: -pronto nos volveremos a ver y le pediremos un favor-; la nave se levanta y se marcha; cuando llega a la casa prefiere guardar silencio, en parte no sabe cómo decirlo; se recupera de inmediato, duerme y sueña con el mismo acontecimiento, en esta ocasión le piden que diga a dónde quiere ir; - !a
Entrada vigésimo octava.-
Daniel siente inmensa alegría, despierta y empieza a meditar de lo ocurrido durante el día y en el sueño; todos estos sucesos le transforman de inmediato, se siente en la obligación de observar y luego de servir; ¿qué pueden querer de mí?, piensa sin obtener respuesta alguna, de todos modos está dispuesto a seguir siempre y cuando haya bondad en esos seres que le han transportado, cuando vea un acto de maldad, abandonará toda observación y desistirá de otros viajes; vuelve al colegio el día siguiente, el profesor Calderón le felicita por su rápida recuperación; Daniel se encuentra más lúcido que nunca, entiende las matemáticas y rinde en clase para sorpresa del profesor y de los compañeritos; decide enviar un mensaje mental a los tripulantes de la nave: "quiero seguir con ustedes en sueños, me siento mejor, cualquier favor me lo pediréis allí mismo"; recibe respuesta telepática igual: " se hará así y cuando llegue el momento se le pedirá algún favor"; de modo que no paran los sueños, se producen casi a diario; en ellos viajan primero a
Entrada vigésimo novena.-
En un amanecer le despiertan el cantar de unos canarios de la casa vecina, estas melodías le dan a entender que aún está atado a este mundo, que por más que viaje a cualquier sitio ó rincón del Universo, tiene el deber de compartir con la gente de su planeta; Daniel decide entonces escuchar y atender a su familia, a sus compañeros del colegio, a la gente de la ciudad, siempre que habla con alguien intenta sorprenderse y luego sorprender a los demás con sus observaciones; prefiere por su temperamento retraído, narrar lo que siente y compartirlo; " esa es la misión ", dice para sí mismo, primero en frases, luego en cuentos y novelas, ó con impulsos narrativos, alguna palabra que alegre, que dé fe de las cosas y de los sentimientos; el profesor de literatura, el señor Meisseles, está fascinado con la redacción de Daniel, su imaginación, lo pone como ejemplo para los demás compañeritos. Descarta aceptar de que es testigo de numerosos prodigios, reconoce de todos modos que el esfuerzo de escribir y de mejorar en la redacción es suyo, que el silencio le nutre su conducta reservada; en uno de sus viajes Daniel ve criaturas con un tipo de habilidades parecidas a las que ve en
Entrega trigésima.-
Los acontecimientos de la historia que enseña el profesor Cruz también los ve por el mismo sentido, es decir el apoyo decisivo de la nave extraterrestre para inclinar la balanza en favor de la libertad; ésta palabra crea dudas, opiniones y contradicciones, pero Daniel la entiende como el respeto al individuo, los pueblos están integrados por individuos; el año escolar avanza con normalidad, nadie renuncia al esfuerzo que hay que realizar para aprobar las materias, es la búsqueda personal de la felicidad; sin embargo hay algo que sí existe, es la alegría en el corazón por tantos prodigios y posibilidades para todos; que nada puede ser avasallado por nadie, por osado y poderoso que se crea, que el Universo es tan libre y audaz como el corazón de cualquier criatura; es un espejo y a la vez un estímulo; el padre de Daniel llega un día contento a casa y exclama: -me han trasladado para Bogotá, regresamos apenas culminen los estudios-, la madre también está contenta, ella ve que en la capital del país hay grandes posibilidades para estudiar y para trabajar, pronto sus cinco hijos tendrán que incorporarse a ese mundo trepidante, lo mejor es estar allí; en fin, la alegría es colectiva, Lucía siente algo de tristeza porque tiene un amigo y tendrá que dejarlo ó él empeñarse para visitarla en Bogotá, donde les separa cientos de kilómetros por carreteras estrechas y riesgosas. La preparación del viaje es fácil para la madre, ella está acostumbrada a trasteos, consigue las cajas para embalar los objetos, lo hace con cuidado, toma precauciones con las piezas de porcelana y de cristal que primero envuelve con papel periódico, Daniel da un paseo por el parque de
Continua…
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