viernes, 19 de abril de 2013

Cuento.-

                                                                 Un cuerpo de mujer.-
A Lola.-
" El placer es un milagro de la anatomía ".- Daniel.-
 Marta Izquierdo lleva una vida rebelde, su relación con el esposo es pálida, formal, sin pasión, ama a sus hijos pero ellos desconocen el fuego que hay en su corazón, apacigua su existencia con la cocina, el arreglo de casa y mucha imaginación; sin embargo sonríe en todas las circunstancias, incluso en las adversas, visita a sus vecinas por su fraternidad natural, en sus charlas están los chistes verdes, las bromas eróticas y los comentarios que elogian o rompen mitos sobre la capacidad sexual de los esposos.
-Merceditas ¡qué hijos tienes ¡ todos son cariñosos contigo, se preocupan por tí, yo no puedo decir lo mismo de mis hijos -se lamenta Marta Izquierdo, pero eso sí con el rostro radiante, conteniendo cualquier manifestación de amargura.
 -Marta, ¿tienes algún reproche de tu marido? se observan momentos de frialdad entre los dos, si quieres decirme algo...-Merceditas comenta con cuidado estos aspectos de su amiga, temiendo lastimarla en sus sentimientos; Marta baja la cabeza, le brotan dos lágrimas pero sin llorar, lograr decir: -Merceditas, Alberto es algo retraído conmigo, es buen hombre, pero le cuesta mucho hablarme de sus cosas, quisiera ayudarle pero no me deja, llevamos semanas que no me toca ¡ y yo con este cuerpo ¡ -ríe a carcajadas para disipar la tristeza y el drama.
 En esos momentos se acerca Adorjan, el segundo de los hijos de Merceditas de dieciocho años de edad, un poco tímido y mirada apasionada, se saludan con Marta que exclama: -Adorjan, tengo una ropa para tí en buen estado, es de mi marido que no le gusta, está nueva ¿quieres que te la muestre? -Al decir esto último vuelve a reír con malicia y Adorjan entiende el mensaje, se van los dos para la casa de Marta, apenas pasan la puerta y la cierran, Adorjan empieza a besarla y acariciarla, ella lo coge de la mano y se lo lleva para la cama de matrimonio, se desnudan y se revuelcan como dos almas hambrientas; -Adorjan, gracias por darme estos momentos de placer ¿quieres mirar la ropa que tengo guardada para tí? -Imposible Marta ponerme esas ropas, no quiero parecerme en nada a tu marido, prefiero, si te parece bien, un tintico bien caliente y me voy.- Fin.-

                Vitelio Chisant
                                              Martorell, 19 de abril de 2.013.-

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