miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad.-

Nufragio en tierra.-

A: Blanca Oliva Casas.-
Para la Fundación IRES, protectores, colaboradores y beneficiarios.-

" La tierra se mueve tanto como el mar, solo que procura no asustarnos.- " Daniel.-

Manuel Humberto va a diario a la taberna " la vida es ebria " de la amable población de Guateque; lo hace a partir de las seis de la tarde en punto, permanece en ella hasta las once de la noche; primero bebe dos aguardientes seguidos, después tres cervezas a un ritmo lento y por último un vaso de ron con el que se despide de sus amigos; no deja que nadie le invite ni invita a nadie para no alterar sus hábitos; ésta ceremonia la realiza todos los días de la semana y todas las semanas del año, así lleva veinticuatro años que ha interrumpido en dos ocasiones: para enterrar a su esposa Ester y para ver una final de fútbol con sus dos hijos, independientes y buenos amigos de su padre, aunque le reprochan su perseverancia en ir a la taberna.
Nadie ha podido intuír la razón de tan extraño comportamiento de Manuel Humberto, aunque casi todos aseguran que es un hombre feliz. Varias mujeres que lo han amado, han intentado apartarlo de su perniciosa costumbre, sin embargo ninguna lo ha conseguido. En un principio lo intentaron los hijos, con amor y argumentaciones, desistieron al sentir que la voluntad del padre era superior al empeño de ellos por alejarlo del licor y de la taberna.
Ocurrió entonces un hecho inesperado.
-Manuel Humberto, le tengo una mala noticia- con esta frase lo recibió Eugenio, el dueño de la taberna, brindándole el primer aguardiente- he vendido la taberna. ya estoy cansado con esta actividad, la han comprado los chinos, ellos me han dicho que cerrarán la taberna y pondrán una tienda de mercancías baratas.
-No puede ser- replicó con algo de angustia Manuel Humberto- ¿ y ésto cuándo ocurrirá ?
-Mñana mismo, de modo que la bebida de hoy es por cuenta de la casa- respondió Eugenio mirándole con tristeza.
Al tomar Manuel Humberto el último vaso de ron, se despidió de todos, miró un poco de reojo la taberna y marchó para su casa. Lo esperaban en la puerta sus hijos que lo recibieron con un gran abrazo, al entrar en casa encontró convertido el salón principal en una réplica de la taberna, sin dejar ningún detalle y luego le dijeron al padre: -a partir de ahora beberemos los tres, son los hábitos y perseverancia tuyos.- Fin.-

Vitelio Chisant

Barcelona, 13 de noviembre de 2.010.-

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