viernes, 4 de enero de 2013

Cuento.-

                                                 El botiquín de Hipócrates.-
Para Irene, Montse, Alberto, doctor Homero Parraga y personal de Urgencias del Hospital de Martorell.-
 "La rutina sana es la mejor medicina".- Daniel
 En la antigua Grecia Hipócrates era amado por sus numerosos pacientes, no tanto porque los curara de enfermedades por el procedimiento mágico del cariño y el acierto, sino porque Hipócrates trasladaba a sus pacientes la emoción que gracias a ellos el Maestro de la Medicina adquiría sabiduría; uno de sus discípulos, el jóven Juan, le pregunta qué botiquín utiliza para atender a sus pacientes, a lo que Hipócrates le contesta: -El primer ingrediente del que no es posible prescindir es el amor a la vida y lo que ella contiene, naturaleza, personas, alegría, dolor, placer, sacrificio, conocimiento, valor, fe y perseverancia; es un ingrediente gratuito, pero cuesta mucho conseguirlo y mantenerlo; el segundo es sentir que ni el mejor médico puede curar, así tenga la voluntad de hacerlo, ni el paciente tampoco puede conseguirlo con el empeño que ponga, es la armonia del Divino Cosmos el que lo dispone y regla, en ésto médico y paciente son espectadores agradecidos y suplicantes; el tercero y último está en utilizar las medicinas naturales, como el agua, las yerbas, los aromas, colores, materia y sonido que emanan de las sustancias puras y primarias-; el jóven Juan está maravillado y sorprendido con las enseñanzas de su maestro y decide aplicarlas como médico.
 En una ocasión llaman de urgencias a Hipócrates porque el hombre más poderoso del pueblo sufre una dolencia en el corazón, su nombre es Pablo y promete a Hipócrates el oro que le pida a cambio de su curación, el Maestro no le asegura nada y dice que le cobrará igual que a un hombre de escasos recursos, sorprendido Pablo por las palabras de Hipócrates le pregunta el por qué de su actitud cuando él espera una curación definitiva y además que es poderoso para pagar cualquier cantidad de oro, Hipócrates le replica: -Amigo Pablo, no hay en el mundo nada que pueda  comprar la gratitud de una sanación y si la hubiera no estaría bien en cobrarla, luego tengo que decirle que su corazón no ama lo suficiente por eso está deprimido y alterado y por último le cobro como a uno más de los pacientes de pocos recursos porque ante la riqueza de la vida, todos somos de escasos recursos. Fin.-

                      Vitelio Chisant
                                                     Martorell, 2 de enero de 2.013.-

1 comentario:

  1. Hoy ha sido el mejor día para leer este cuento.Gracias por tus palabras,me hacen tener fuerza y coraje.

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