viernes, 21 de febrero de 2014

Cuento.-

                                                               El día del tigre.-
A. Mamá, Papá, Lucía, Eduardo, Daniel, Elenita y Camilo.-
"Nada de lo que amamos se marcha, nada de lo que ignoramos se queda".- Daniel.-
 El mundo acaba de ser creado, apenas dura un día, con su noche y su luz, su vigilia y el sueño,  el deseo y la realización, lo efímero y lo eterno; cada criatura vive el instante, suficiente para fundar ciudades y pueblos, para vivir y asistir a su propio entierro, instalarse detrás de las montañas, al lado de los ríos, en la planicie, alrededor de los volcanes e incluso en el interior de los desiertos, de manera individual, en grupos y en colectividades incontables, les llega el momento de la gloria, de la extinción y del olvido; hay quienes levantan la crónica de los acontecimientos, de las guerras y las rendiciones; hay quienes enseñan las letras y las artes, procuran que nada se olvide, intentan que el aprendizaje gobierne la historia y la geografía; hay quienes curan la salud y combaten las enfermedades como enemigos irreconciliables, alivian el dolor y besan las heridas con la magia del afecto y la ciencia; hay quienes se comunican con los cielos para arrancarles el secreto de la eternidad y ponerlo en las manos sedientas de los peregrinos del Universo; hay quienes inventan la felicidad y la trabajan con la arcilla de la voluntad y la funden en las altas temperaturas de la lucha y el esfuerzo; en la noche de ese mundo recién creado y próximo a desaparecer en el día siguiente, suenan las melodías de músicas melancólicas, triunfantes, el roce de vasos y copas de licor en un principio, después de agua y aromas sobrios; las frases elocuentes en discursos familiares, el encanto de los banquetes de sopa y pan, de tamal y refresco; el día único abre sus brazos para ofrecer a sus hijos la abundancia del amor, dilata su pecho para superar las angustias y proteger de los peligros; se suceden matrimonios, bautizos, separaciones, graduaciones y títulos universitarios, condecoraciones y honores; hijos, nietos y biznietos, también hay tiempo para despedir a los muertos y bendecir su memoria; la lluvia y el frío, el calor y los mosquitos, terminan por conciliarse con quienes les esperan; en definitiva el día breve, largo, rápido e infinito tiene sus grandes momentos y sus momentos graves, sus fiestas de charlas interminables y de silencios obligados; el Universo espera otra oportunidad que le llega cuando la necesita o cierra sus ventanas y echa cerradura a las puertas cuando la consagración ha coronado su búsqueda.- Fin.-

               Vitelio Chisant
                                               Ibagué, 21 de febrero de 2014.-

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