sábado, 29 de marzo de 2014

Cuento.-

                                                        El reino de los hombres.-
A Francsico, El Papa.-
 "Los cielos son un espejo de la tierra".- Daniel.-
 El lego Martín presta sus servicios a la Comunidad Carmelita con diligencia y atención; la mayoría de sus compañeros de convento se forman en filosofía y teología para ser investidos sacerdotes.
-Hermano Martín, tráigame ésto, alcánceme lo otro, ve por aquello -son las órdenes que a diario recibe sin que él deje de obedecer con una sonrisa fraterna.
 En una ocasión hallándose en su celda, escucha una voz superior que le dice: -Hermano Martín, a partir de éste momento quedas elevado a la cateogría de director del convento y darás órdenes a tus compañeros en vez de recibirlas.
-Pero Señor, yo no soy capaz de dar órdenes, mi corazón está para obedecer y así me han educado.
-No temas hermano Martín, no olvides que eres director por disposición mía, de los cielos, ahora conviene a la gloria eterna -le replica la voz superior.
-Está bien Señor, así sea -acepta el hermano Martín sin vacilación.
 El hermano Martín, amante del recogimiento y la meditación, se impone para sí que al final del día, en su celda, hablará con Su Señor que le acaba de elegir como director del convento, para estar dispuesto a renunciar a ese importante cargo de no estar haciéndolo bien, para evitar que la ambición del poder no le vaya a trastornar  su comportamiento generoso y comprensivo.
-Hermano Martín, tráigame las sandalias -le ordena como siempre un compañero aspirante a sacerdote.
-Lo siento hijo mío, tráelas tú mismo que para eso tienes salud y voluntad  -Y así le fué contestando el hermano Martín a los que deseaban mandarle con humillación y desprecio, hasta que se sintieron  avergonzados y empezarona tratarle con afecto y respeto.- Fin.-

             Vitelio Chisant
                                              Martorell, 29 de marzo de 2.014.-

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