viernes, 3 de febrero de 2012

Guiño de Tigre, segunda parte, novela, a mamá.-

Segunda entrega
-Mi madre envía cartas de letra firme y clara, afirmativas, con el calor de quien desea borrar las distancias; nos llegan gorros, guantes, documentos, fotos y notas, para darle sustancia a sus cartas, habla en ellas del uno y del otro, con detalles y carácter para compartir su mundo, nada de enfermedades, ni depresión, ni carencias, la vida es realización y voluntad. El amor se corona con la adversidad.
-Sant Boi nos acoge hasta la cúspide de plantar raíces, nuestra hija Paholita se queda a vivir con sus dos hijas y su esposo Jóse. El poblado crece con nosotros, su corazón generoso y la luz de sus hogares es el mismo desde aquel 15 de marzo de 1987, desde Barcelona de la Edad del Hierro y el Gran Despertar; primero la calle Victoria, allí vivimos durante un año, la televisión no funciona, hay que ver la gala de la navidad y de las fiestas, baja un vecino y nos instala una televisión suya, solo por ese mágico día; la bañera olímpica, la modesta cocina, las dos habitaciones suficientes, incluso para recibir las visitas de Elsa y su amigo Tom y luego la de Gerard y su esposa María, un patio exterior, una gata celestina y salón comedor de los viejos tiempos. Luego la calle Rosellón, con tienda y vivienda, libros esotéricos a la vista por primera vez para el público, lectura de manos, tirada del Tarot, cartas astrales, interpretación de los sueños y reunión sobre extraterrestres con peregrinaje a las montañas de Montserrat donde les gusta dejarse ver. Imposible superar ese sueño. Un policia del pueblo nos felicita, advierte que antes no se podía hablar de esos temas. Para entonces 1988 se adueña del tiempo.

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