miércoles, 25 de abril de 2012

El altar de Plutón.- Novela.-

Tercera entrega.

 Daniel conversa con su familia, prepara su maleta y marcha en bus para Medellín, no conoce la ciudad, allí le espera un empleado de la organización, realiza el viaje con los dos primeros clasificados, La Rota y Devia, hablan de todo, de sus ídolos y de algunos criterios para abordar el éxito en el ajedrez, tanto los padres como sus hermanos están pendientes de las noticias que llegan con retraso y en informaciones cortas; el ajedrez no tiene eco social como lo tienen el fútbol y el béisbol, es un deporte minoritario, selectivo, la prensa lo ignora y la gente en general no ha escuchado nombres como Fischer o Alekine; la población de Medellín es afectuosa, de clima generoso, su ambiente social es de fiesta; hay recepción emotiva, un brindis y alguna alusión para mejorar las condiciones de los ajedrecitas; al día siguiente comienza el torneo, son veintidós participantes, el sistema de juego es el de todos contra todos, un día para descansar y las partidas comienzan a las cuatro de la tarde; quedan libres las mañanas para conocer la ciudad, a Daniel le parece bellísima, así se lo comunica a sus padres y hermanos que se desvelan por oír resultados. Desde un comienzo la disputa fué entre Daniel y Oscar Castro; -es difícil batirlo, es un jugador de mucho talento- le dice La Rota a Daniel, comparten habitación y pueden hablar de todo; La Rota queda atrás en la clasificación, un asunto amoroso lo tiene despistado, no logra concentrarse para ganar las partidas que se ven con ventaja; Daniel consigue un buen desarrollo de sus partidas, su único obstáculo es el jugador de la región, Oscar Castro, con quien tiene adversidad sana, solo deportiva; incluso el día anterior a su confrontación, Oscar Castro le invitó a cenar en un bonito restaurante de la ciudad, fueron con tres amigos más, La Rota, Devia y la jóven promesa del ajedrez boyacense Gonzalo González; cada uno habla  de sus experiencias, de sus inicios y sus mates; por primera vez Daniel escucha hablar de ganar el campeonato del mundo a disputarse en España, Barcelona, por Colombia solo irá el campeón del torneo de Medellín; llega la hora del duelo entre Daniel y Oscar Castro; al momento de los primeros cuarenta movimientos la posición es equilibrada, Daniel le propone tablas, Oscar Castro las rechaza con este argumento: -hay que ser valiente y hay que aspirar a ganar-; Daniel guarda esta frase como una sentencia de vida, Oscar Castro forzó tanto la posición que perdió, el torneo lo gana Daniel, le dan un bello trofeo y un poco de dinero que le sirve para comprar regalos a la familia; al regreso hay fiesta donde está presente el presidente de la federación distrital; brindan hasta el amanecer; -ahora viene el campeonato del mundo ¿sigues empeñado en no tener analista ?-le dice en un momento de la fiesta el presidente con algo de gravedad en el tono; Daniel se mantiene en su decisión, él siente que solo la necesidad de entender el ajedrez, puede llevarle algún peldaño más arriba.

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