miércoles, 13 de febrero de 2013

Cuento.-

                                       Una asamblea estudiantil.-
Para: Dagoberto Charry Rivas, Jairo Parra Quijano, Jaime Bernal Cuéllar, Adolfo Mina Balanta, Eduardo García Sarmiento y Darío Samper.-
A: Carla y Celia.-
 " La democracia no siempre es la voluntad de la mayoría, que puede estar amordazada por un ejército, por matones organizados o una horda asalariada".- Daniel.-
 Los alumnos de una facultad de leyes forman un tumulto en el recinto de la planta baja, para que unos pocos, agresivos y neuróticos, cuestionen a un profesor que ha decidido renunciar  a la ideología marxista para tomar la del liberalismo; esta alternativa de un hombre libre es imperdonable para otros hombres encadenados.-
-El sujeto en mención tiene el cinismo de seguir dando clases en ésta universidad y fuera de eso quiere enseñar las premisas del liberalismo, cuando él sabe que ésta corriente defiende el imperialismo capitalista en contra de los obreros y campesinos de nuestra patria; propongo a ésta asamblea sea expulsado de inmediato-.
 Quien dice ésto en oratoria notable es alguien que se proclama líder revolucionario, llega al paroxismo de caer desmayado al final de la arenga, es levantado por sus amigos que le ofrecen agua y le ventilan con un suéter; la multitud aplaude largo rato con vivas a la revolución y muerte al imperialismo capitalista.
 -Estoy de acuerdo con lo dicho por el compañero anterior, a la ideología marxista leninista no se puede renunciar así como así, es como una traición, una puñalada al proletariado que sufre las consecuencias del Estado Burgués, títeres del imperialismo capitalista, de modo que insisto para que el profesor cuestionado salga de la oficina de la decanatura donde está parapetado y se marche de la universidad-.
  De nuevo aplausos prolongados por los estudiantes del recinto para éste orador que termina su discurso con más ecuanimidad que el anterior.
 -Pido la palabra en defensa del profesor enjuiciado y expulsado- dice con timidez un estudiante flaco y alto, con gafas pequeñas y trasparentes, pero el griterío de la muchedumbre enardecida no le permite tomar la palabra, apenas logra decir en medio de tremenda silbatina: -no es posible que en la facultad de leyes de ésta universidad popular, donde se aprende que hasta redomados criminales tengan el derecho a la defensa, éste mismo derecho se le niegue a un profesor por haber escogido en libertad una ideología-.
 Son pocos los que logran escucharle, el griterío no cesa con expresiones de: !fuera, fuera, fuera!.- Fin.-

               Vitelio Chisant
                                              Martorell, 12 de febrero de 2013.-

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