jueves, 4 de julio de 2013

Cuento.-

                                                                     Erotismo y poder.-
A Gilma.-
Para el Rey de España.-
 "Todo está unido como un gran lago, aunque la separación de sus aguas nos alegra la vida".- Daniel.-
 Ana despacha a gusto en una panadería donde lleva cuarenta años, la heredó de sus padres que a su vez la administraron otros cuarenta años; al momento de cumplir los diecisiete años de edad llega un cliente que le pide un pan especial, que ella nunca ha escuchado.
-¿Pan turco me dice usted? -Ana se sorprende, ni de sus padres ni de sus amigos de otras panaderías tiene conocimiento de su existencia.
-Sí señorita -replica el jóven cliente con amabilidad- es el mismo pan común y corriente pero tiene un sabor exótico, único, incluso al comerlo escucho música y bailes de Estambul.
-Pero es usted bien raro -argumenta Ana en la creencia que es una broma-  ¿y en la forma en algo difiere  de los demás? -Ana le sigue el diálogo dispuesta a descubrir el misterio de tan extraña petición.
-No señorita -el jóven no deja de sonreír intentando ganarse la confianza de Ana que no le quita la mirada de su rostro bien rasurado y de su presencia  seductora; el cliente continúa: -no se preocupe usted por la forma, lo que cuenta es el sabor, ahí está la esencia de todo, el encanto del pan y de la vida, ¿qué haríamos si perdiéramos esa sensación que permite que tanto los alimentos como las personas sean únicos? y ¿qué tal que todo lo percibiéramos igual?, así existan miles de formas.
-Es verdad lo que usted dice  -Ana intenta superar su asombro- pero por favor dígame dónde ha saboreado usted pan turco, para que yo también pueda disfrutarlo, que no vaya a ser por supuesto en Turquía, a donde no podré ir, menos solo para gustar el pan turco.
-No se inquiete usted señorita, le haré primero una pregunta: -¿qué distingue usted de Turquía de cualquier otro país del mundo o región? -Ana se queda meditando unos instantes, perpleja por la pregunta pero con rapidez responde: -ya sé, los turcos han querido invadir europa para imponernos su cultura y costumbres.
-Eso está bien, ahora saboree cualquier pan, ese mismo que está ahí, con ese sentimiento con el que identifica a los turcos, disfrútelo despacio de que no han logrado su propósito, entonces le sabrá a pan turco; -el extraño cliente espera a que Ana le comente algo, sin dejar de mirarla complacido. Fin.-

                  Vitelio Chisant
                                               Martorell, 4 de julio de 2.013.-

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