domingo, 7 de julio de 2013

Cuento.--

                                                     Auto de prisión.-
A Marina Hoffmann.-
!La justicia es un bella mujer que le gusta ser cortejada y complacida".- Daniel.-
 El camión de la basura pasa todos los días a la misma hora, se planta frente a los contenedores subterráneos, extiende sus garras metálicas y levanta toneladas de botellas,plásticos y desperdicios. El conductor apenas se mueve de su silla, donde maneja los controles automáticos que se encargan de todo; incluso puede pasear con su mente un glorioso partido de fútbol, los cuerpos desnudos de generosas amigas y recrearse con los gestos y actitudes de personajes de su vida; este conductor se llama Amílcar, es natural de Colombia  y vive en España hace ya veinte años; mientras el camión realiza su trabajo, Amílcar eterniza el momento cuando un hombre alto y fuerte, de vestir sobrio y montañero, llega a su juzgado y le dice: -Señor juez, soy Ismael Aguillón, yo maté en combate con azadones a mi enemigo Manuel Carrasco,  vengo a entregarme para defenderme o para cumplir mi pena-. Amílcar siente en el camión que le caen unas cuantas lagrimas secas, es decir aquellas que no ruedan por las mejillas sino que saltan desde los emocionados ojos hasta estamparse contra alguna pared ; sin dejar de mirar los mecanismos de la recogida de las basuras, le llegan como rayos estas palabras: -Señor Aguillón, desde este momento queda preso porque se trata de un homicidio, le nombraremos un abogado de oficio porque veo que no trae ninguno y adelantaremos la causa con prontitud-; Amílcar, el juez, da órden a la policía para que lo detengan y dicta auto de prisión con los pormenores de la presentación voluntaria del acusado.
 Amílcar sentado en su camión, sabe que son otros tiempos, que las glorias pasadas no existen, y que  solo el presente da verdor a las ramas secas.- Fin.-

                      Vitelio Chisant
                                                Martorell, 6 de julio de 2.013.-

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