jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuento.-

                                                       El último viaje.-
A Pablo Juliá Sardá.-
"Las pasiones son pólvora en la sangre".- Daniel.-
 El tren arranca para hacer su últmo viaje, así lo anuncia la empresa de ferrocarriles y lo dicen en los altavoces, nadie está seguro por qué, puede salir de cualquier estación a la hora menos esperada; va repleto de pasajeros; como de costumbre y según cada quien, unos llevan pesados y voluminosos equipajes, mientras que otros van apenas con lo que tienen puesto, por mucho una muda más, algunos llevan una maleta pequeña o mediana, sin embargo llevar equipaje significa que el retorno puede tardar o que al ser el último viaje tarde en llegar a su destino que se supone es el mismo para todos pero que cada viajero lo ve de una menera distinta.
-¿Usted para dónde va? si es que se puede saber con su permiso -pregunta una señora bien arreglada, que se acomoda ocupando dos sillas.
-Claro que se puede saber, voy para Nueva York, desde niña quiero viajar allí, me cuentan que es una ciudad que lo tiene todo, estaré con una hermana que lleva tiempo instalada y no para de invitarme, pero no la Nueva York de las fotos y guías de turismo, de los grandes edificios y avenidas, me voy para el barrio Pensilvania donde los vecinos se conocen de toda la vida, solo casitas modestas y hasta rudimentarias, alrededor de un parque convertido en jardín porque lo cuidan entre todos; -ésta señora que responde tiene acento dominicano, dice llamarse Gina, guarda silencio a la espera de que quien la ha interrogado hable también de su destino.
-Gracias Gina, yo me llamo Matilde, voy a París donde he estado muchas veces, intento hacer una compra para mis sobrinos, sabe, no tengo hijos pero a cambio la vida me ha dado quince sobrinos, los quiero a todos y a la hora de comprar necesito pensar en cada uno de ellos.
 Las dos señoras continúan en el diálogo, cada vez con más entusiasmo.
 En las sillas siguientes tres señores hablan de sus rutas inmediatas, a Tokio, Bogotá y Barcelona, uno por negocios, otro para visitar la madre a la que no ve desde hace cuatro años y el último para encontrarse con un amor al que le es imposible renunciar. El tren los lleva a todos a su destino.- Fin.-

                     Vitelio Chisant
                                                 Martorell, 19 de septiembre de 2013.-

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