martes, 28 de enero de 2014

Cuento.-

                                                      Mantis agnóstica.-
A Mery.-
 No siempre la hembra mata al macho después de la cópula; algunas se cuestionan esa actitud atávica y lo prefieren conservar, cuidarlo y disponerlo para otros encuentros; es inevitable hacer comprensivo este comportamiento para otras especies más densas.
-¿Qué opinas del amor? -interroga Ana Iglesias, alta empleada de una sucursal bancaria a su amigo y subordinado Alvarito Vargas.
-No sé, supongo  que es el cuidado y la atención que el uno presta al otro. -Alvarito Vargas  lleva varios años de matrimonio, llega temprano al trabajo y guarda con meticulosidad la lonchera que le prepara su esposa  a diario, en uno de los cajones de su escritorio metálico; excelente compañero, servicial  y tímido, sus gestos despiertan el erotismo de Ana Iglesias que vive una relación triste con un marido convencional, racionalista, poco aventurero.
-Alvaro, ¿tú crees  que tanto un hombre como una mujer puedan mejorar sus condiciones de vida con un amante? -Ana obliga a su empleado a sentarse  al frente de su escritorio para verle de cerca su reacción ante la pregunta.
-Trae complicaciones, , supongo que una amante es exigente y posesiva, en cambio una esposa es más calmada. resignada...-Alvarito Vargas elude mirar a los ojos a su jefa, él sabe bien que es objeto de seducción, su carácter lo pone en guardia para eludirla, la aprecia; es sincera su respuesta, encuentra en el matrimonio un lugar seguro.
-¿Con tu esposa están bien en la cama? -Ana Iglesias no se rinde, ésto último se lo pregunta en voz baja, su rostro enrojece para sorpresa de ella misma.
-Pues sí, supongo, hasta ahora ella no se ha quejado, hago lo que puedo. -Alvarito Vargas sonríe, no tiene interés en seguir el juego, se pronto se levanta de la silla dando fin a la charla:
-Perdone, tengo pendiente un informe, necesito terminarlo. - Se esfuma entre un laberinto de archivadores.
-Está bien, en otro momento seguimos hablando...-Ana Iglesias  disimula su desolación, con rapidez sigue con su actividad frenética:  teléfonos, ordenador, secretaria, documentos, sin inquietarse por nada. Fin.-

                  Vitelio Chisant
                                                   Masquefa, 28 de enero de 2.014.-


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