Venus no llora.-
A Isaura Cárdenas Ojeda.-
La cama una y otra vez, repetidas veces sin renuncias ni llantos; la ley de atracción en estado puro; Clementina habla de la vida como si estuviera en un deslizadero, las emociones van detrás de las palabras y éstas saltan obstáculos y curvas sin pestañear; el silencio está ausente y si aparece de repente es para abrirle paso al torrente de palabras; ni las dudas ni los complejos ni los remordimientos frenan a Venus cuando tiene que seducir.
Clementina va por la vida mirándolo todo, allí donde lo hace crece la pasión y se multiplica para no morir jamás; sus manos lo tocan todo, entonces hace vibrar hasta la inamovible roca y la yerba mustia; y qué decir de un beso suyo, saca a las bestias de sus cuevas, los ríos reniegan de sus cauces para abrazar selvas, montañas y ciudades.
El cuerpo de Clementina es patrimonio universal, su sensualidad serpentea las arterias de sus amados hasta estallarles el corazón; nada es indiferente a sus movimientos, al planeta mismo le cuesta mantener su órbita y su rumbo eterno.
Nadie ha visto llorar a Clementina, solo cuando murió su madre en sus brazos, no era posible consolarla.- Fin.-
Vitelio Chisant
Martorell, 7 de enero de 2.014.-
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