martes, 15 de mayo de 2012

Cuento.-

                                      El tesoro escondido.-
A: Camino y sor Genoveva Masip.-
Para: Rafael Antonio Mejía Quintero.-
  " La riqueza es cierta forma de contemplar ".- Daniel.-
Alvaro Vargas padece pobreza crónica y está dispuesto a curarse; desde la adolescencia trabaja, ha ocupado diversos oficios como el de vendedor, cobrador y archivero; con dificultades paga los gastos mínimos de su hogar y necesita cubrir parte de ellos con préstamos; es austero y casi nunca disfruta de vacaciones.
  Marta Rodríguez es su mejor amiga, incluso son amantes y acuden el uno al otro sin demora, para ayudarse.
  -Marta -le llama por teléfono Alvaro, apenas empieza el día y hallándose ya en la calle, emocionado- necesito comunicarte un sueño que tuve anoche, quiero que me ayudes a interpretarlo.
  -De acuerdo -acepta Marta- nos encontramos dentro de una hora en aquella cafetería de la calle Creu Cuberta donde nos hemos citado otras veces ¿ te parece bien ?-.
  Alvaro está feliz por su cita, la puede cumplir, su horario de oficina es flexible, sus compañeros de trabajo le encubren estas ausencias cortas; se encuentran en la cafetería según lo previsto, piden cada uno café con leche y croissant y se sientan en una pequeña mesa redonda del fondo. Alvaro comienza su relato con el corazón acelerado: -Soñé anoche que vivía en una modesta casa, con muebles y cosas sencillas, de pronto todo fué adquiriendo el color dorado, intenso, incluso el polvo brillaba como moneditas de oro, no había nada que no se hubiera transformado; salí a la calle, agitado e incrédulo y me encuentro con lo mismo: coches dorados, las prendas de las personas eran de hilo finísimo, además llevaban joyas y collares de diamantes, anillos de esmeraldas, a lado y lado de la calle veía monedas de oro, en fin, todo relucía y nada impedía respirar ni caminar, ni ser feliz; con esa emoción desperté, abro los ojos y encuentro una vivienda modesta, sin brillo en las cosas, salgo a la calle y lo que veo me parece gris, cuesta respirar, los coches producen ruído con sus latas sucias y las gentes van mal vestidas-. Alvaro termina su relato convencido del inmenso mensaje que tiene el sueño, mira con ansiedad a Marta, a la que considera intuitiva, incluso la siente como una brujita encantadora; ella coge las manos de Alvaro, lo contempla con unos ojos que no dejan de bailar y con voz suave y sin tiempo para pensárselo, le interpreta el sueño:
  -Alvaro, eres afortunado de tener un sueño tan hermoso y significativo, lo veo claro y diverso a la vez, son nuestros ojos los que ven la riqueza ó la pobreza, es la mirada que contempla, te invita a cambiarla y entonces verás lo que te rodea como ocurre en el sueño, resplandor, el mundo dorado y rico, además es un sueño variado porque hay que hacerlo en detalle, con cada persona y cosa-. Marta sonríe al finalizar su interpretación y Alvaro la mira convencido de la veracidad de las palabras de su amiga, pero también de que cambiar la mirada de la contemplación es un trabajo de esfuerzo diario y de fe perseverante.- Fin.-
                           Vitelio Chisant
                                                     Barcelona, 14 de mayo de 2.012.-

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