martes, 17 de julio de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrega vigésimo séptima.-
 Lo curioso es que nadie sigue sin aparecer por allí, alguna pareja de novios, algún vagabundo, un policía, un deportista, bueno, nada; a los pocos segundos una de las ventanas de colores se abre y aparece un rostro afable, un hombre de cabellos largos y  cara algo subida de color rojo, le dice: -! hola Daniel ! te hemos seguido hasta aquí, primero hemos causado el malestar para que vinieras hasta acá, somos tus amigos, venimos tres en la nave, queremos invitarte a dar una vuelta por el planeta y en pocos minutos te dejamos en este mismo sitio ¿ estás de acuerdo en dar un paseo ? no te haremos ningún daño-; el misterioso hombre se calla y espera respuesta, Daniel siente la necesidad de ver la nave por dentro y saber algo más de estos hombres a que se refieren las tiras cómicas; baja una pequeña compuerta con barandas hasta sus piés, sube por ella, arriba se sienta en una silla cómoda y arranca la nave, se eleva a gran velocidad, él se asoma por una ventanilla, ve ríos, mares y ciudades abajo, le preguntan a dónde quiere ir, primero Nueva York, después París y por último las selvas de Africa repletas de animales; todo eso ocurre, nada màs pasa por su cabeza, pero para saber si en realidad es verdad todo lo que ocurre, pide que le muestren Bogotá, de inmediato pasa por la capital colombiana, sus calles y avenidas, por la calle donde vive su abuela, el colegio " San Miguel ", incluso le dicen que si quiere bajarse y comprobar que está allí, puede hacerlo; rechaza la oferta, piensa que de pronto lo pueden dejar abandonado, la nave sigue su recorrido y vuelve al mismo sitio donde lo han recogido, se baja, el hombre de cabellos largos le dice: -pronto nos volveremos a ver y le pediremos un favor-; la nave se levanta y se marcha; cuando llega a la casa prefiere guardar silencio, en parte no sabe cómo decirlo; se recupera de inmediato, duerme y sueña con el mismo acontecimiento, en esta ocasión le piden que diga a dónde quiere ir; - !a la Luna!- contesta con prontitud, es el único lugar donde nadie ha ido en esta forma, la nave tarda pocos segundos en llegar a la Luna, se da cuenta que la nave entra por un agujero de gran tamaño y adentro ve lo mismo que la Tierra por fuera, es decir grandes extensiones de prados y montañas, ciudades, ríos e incluso naves, siente el mismo aire, el olor del polvo, las criaturas iguales a las de acá, la nave se acerca a las personas que no cambian nada ; -¿qué idioma hablan?- pregunta dentro de la nave; -el que tú les hables, responden según tu lengua- contesta el amigo de cabellos largos, Daniel comprende que hablan todas las lenguas; " ¿cómo las han aprendido ?  ", piensa, el hombre sentado a su lado le contesta: -no las han aprendido, nacen con ellas, les basta oír una palabra para desarrollar un lenguaje, pero no solo los idiomas, las demás ciencias también, son sus instintos-, Daniel creía que la Luna era un lugar distinto, sólo golpeado por piedras del espacio, el amigo de la nave que lee su pensamiento le contesta: -es la corteza la que protege el interior, está habitada por personas de la misma Tierra que salieron de allí millones de años atrás, han desarrollado unas habilidades que difieren a la de los habitantes actuales de allí, donde prefieren darle importancia al conocimiento, por encima de la intuición, en fin, todo es diferente, todo tiene su propio proceso, pero en el fondo lo que quieren es ser felices, a su manera-.

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