miércoles, 18 de julio de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

 Entrada vigésimo octava..-
 Daniel siente inmensa alegría, despierta y empieza a meditar de lo ocurrido durante el día y en el sueño; todos estos sucesos le transforman de inmediato, se siente en la obligación de observar y luego de servir; ¿qué pueden querer de mí?, piensa sin obtener respuesta alguna, de todos modos está dispuesto a seguir siempre y cuando haya bondad en esos seres que le han transportado, cuando vea un acto de maldad, abandonará toda observación y desistirá de otros viajes; vuelve al colegio el día siguiente, el profesor Calderón le felicita por su rápida recuperación; Daniel se encuentra más lúcido que nunca, entiende las matemáticas y rinde en clase para sorpresa del profesor y de los compañeritos; decide enviar un mensaje mental a los tripulantes de la nave: "quiero seguir con ustedes en sueños, me siento mejor, cualquier favor me lo pediréis allí mismo"; recibe respuesta telepática igual: " se hará así y cuando llegue el momento se le pedirá algún favor"; de modo que no paran los sueños, se producen casi a diario; en ellos viajan primero a la Luna, después a los planetas del Sistema Solar, luego a la Galaxia y al final a cualquier parte del Universo; le transmiten que la nave va a la misma velocidad del pensamiento, que el Universo es infinito; " es bello ¿no? ", le dice en sueños el mismo hombre de cabellos largos; Daniel sonríe en cada ocasión, ve la libertad por todas partes; está atento para apreciar la bondad en todo eso, hasta ahora no ha visto daño alguno, sigue sorprendido de haber sido escogido, espera en cualquier momento devolver el favor de estos viajes que parecen alucinaciones; "solo nos basta que escribas lo que has visto", le dicen desde la nave cuando Daniel les cominica que abre unas crónicas sobre estas experiencias, intenta descibirlo todo, sin prejuicios, se siente bien con esa actitud narrativa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario