jueves, 14 de junio de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Décimo octava entrega.-
 Daniel reza el rosario en grupo, siente que no es sincero ni devoto y pide al hermano religioso lo exonere de esa práctica, el religioso acepta pero queda un resentimiento extraño que intenta hacerlo valer con la marcha de Daniel del colegio, que por alguna circunstancia favorable no se cumplió; es difícil aceptar una rebelión de un ser a nuestro cargo, inferior en la jerarquia del momento; entonces Daniel se sale a la hora del rosario, espera afuera y cuando termina el acto religioso, vuelve a entrar; esto no va a durar mucho tiempo, Daniel siente la necesidad de entrar en un convento, habla con un jefe de admisión de las vocaciones, lo entrevista y lo rechaza; el jefe de admisiones comprende que el corazón de Daniel oscila entre el sí y el nó a la divinidad, y decide evitarle que continúe en ese baile de indecisiones, no lo acepta y le pide que vuelva el año siguiente en caso de insistir en su petición; Daniel ama la religión y por tanto tiene las contradicciones del amor; su corazón vuelve a calmarse y decide no insistir más en el ingreso a un convento; también hay otra razón poderosa para no volver a pedir ingresar en un convento, una mujer llega a su corazón y lo agita hasta hacerle ver la vida de manera distinta; se excita y se enamora, su devoción es ahora una afectuosa mujer, sensible y libre, que se fija en él y lo levanta con su mirada; Daniel se arrastra por la vida y ella lo pone de pié hasta hacerle caminar hacia ella.
 La religión le llega en las procesiones del colegio " San Miguel ", modesto centro de enseñanza próximo al hogar de la abuela Maria Elena; el rector, el señor Bermúdez, decide escogerlo para llevar la pintura con marco y cristal del arcángel  " San Miguel ", protector del colegio; les acompaña una banda de música y el estudiantado desfila detrás con sus trajes de gala; este arcángel ocupa una posición elevada dentro de la estructura de las divinidades; el señor Bermúdez decide en una ocasión histórica, sacar a formar a los estudiantes al patio, una vez allí todos les dice: -hay peligro de una guerra nuclear, los soviéticos llevan barcos cargados de armamentos por las aguas del caribe para dejar su carga en la isla comunista de Cuba, el presidente de los Estados Unidos, el señor Kennedy, ha decidido que si los barcos no se dejan inspeccionar, serán atacados por sus aviones de combate, el asunto está al borde para la guerra; si los barcos son atacados, dice el señor Kruchof, habrá represalias; en fin, sólo hay que rogar a Dios y a la Virgen Santísima para que los soviéticos se regresen, les pido que recemos todos un Padre Nuestro y un Ave María para que no haya guerra, ...padre nuestro que estás en los cielos...-; todos los estudiantes rezan en coro, al finalizar las oraciones entran de nuevo a sus clases; el señor Bermúdez deja la radio encendida para estar al tanto de los acontecimientos; Daniel siente que sólo fuerzas divinas y poderosas pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos, que las oraciones son súplicas que tienen efecto cuando son devotas y sinceras.

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