martes, 19 de junio de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrada décimo novena.-
 El día siguiente todos los acontecimientos habían cambiado, los soviéticos decidieron regresarse para su imperio y los norteamericanos no tuvieron que atacarlos; el señor Bermúdez a cada momento cita a Dios y a la Virgen Santísima, lo hace con las manos cogidas una entre otra; en otra ocasión lleva al colegio a la parroquia de " La Trinidad ", la iglesia que corresponde por la zona, es de noche y pasa imágenes con proyector en una pared de la calle, los estudiantes nos sentamos en sillas de madera plegables, son imágenes de escenas bíblicas, como la de la Asunción, el ángel que comunica a la Virgen los designios de Dios para que engendre a Jesús, su nacimiento e infancia; omite imágenes dolorosas porque no es semana santa, solo hasta cuando Jesús habla con los sabios de su pueblo en la Sinagoga; ahí termina la sesión, son casi las ocho de la noche, hace frío y cada estudiante recoge su silla, la deja con las demás y se marcha para su casa; Daniel explica a sus padres las imágenes religiosas, se muestra sorprendido por la presencia de un ángel en el proceso bíblico; -tienes que ir a misa los domingos, hijo mío- le dice la madre que aprovecha la ocasión para recalcarle sus deberes religiosos; Daniel rechaza ir a misa por la aglomeración en la iglesia, la gente se amontona al final del templo, atentos a que termine la misa para marcharse cuanto antes, sin perder tiempo, solo se puede ir a misa bien temprano, a las seis, pero Daniel no está para levantarse tan pronto, de modo que lo mejor es no ir a misa; la confesión es un acto extraño, hay que arrodillarse ante un sacerdote, besarle la mano e inventarle algún pecado como ese, el de no ir a misa, ó el de tener malos pensamientos para que te dé la bendición y puedas comulgar; ésta primera religión es bondadosa, está en manos del señor Bermúdez, un hombre humilde y devoto y en la madre que anhela que su hijo cumpla con los deberes religiosos, que son pequeños y fáciles de aceptar; el Jesucristo de la Semana Santa está ausente, aún no ha llegado ese momento. El arcángel san Miguel tiene una lanza con la que atraviesa el dragón que se retuerce por la tierra; es un guerrero y tiene rostro hermoso; lo mejor del colegio "San Miguel" son sus tardes deportivas, la de los miércoles, se desplazan los estudiantes al descampado donde levanta su altar, unos juegan fútbol, como Bocanegra, el mejor de todos, anota los goles y se gana la simpatía del profesor Medina; -si anotas un gol te ofrezco una coca-cola- le dice éste entusiasta profesor a Bocanegra, que anota sin duda alguna; Daniel prefiere la lucha libre con su amigo Cubillos, la lucha entre los dos es pareja, se enzarzan sin maldad alguna, el primero que cae al suelo pierde; hay sitio para todos, a las dos horas el profesor Medina toca el silbato, hay que regresar al colegio, los estudiantes aceleran el paso para llegar cuanto antes a los tres únicos grifos que tiene el colegio, los que llegan tarde tienen que esperar un cuarto de hora, hasta media hora para beber agua, la sed es brutal y hay que esperar; solo unos pocos pueden comprar roscones, son privilegiados, sus padres les han dejado algún dinero para la tarde deportiva, uno de ellos es el hijo del señor Tirado, el dueño de la tienda de la esquina, el otro es Pío Quinto que trabaja como repartidor de cerveza a la salida de clases, incluso invita a sus amigos a tomar coca-cola, Daniel no es amigo personal de Pío Quinto, tiene que esperar a que algún grifo quede disponible, una haya bebido se marcha para casa.

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