martes, 25 de septiembre de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrada cuadragésima novena..
 Daniel camina por la noche por la Muntanyeta, se sienta en un barranco y contempla un poco el firmamento; siente  que Venus, al que identifica por su luminosidad, se acerca y se aleja de él, como saludando; éste sentimiento está presente en el planeta de la sensibilidad, un buen rato permanece en ese sitio, vuelve a tomar doce piedras y las pone en círculo, se pone en el centro y pide un poco de alivio para unas circunstancias que se avecinan algo difíciles; desde luego que en todas las ocasiones se han resuelto en favor esas circunstancias; tiene fé y sabe que los seres visibles e invisibles que le escuchan, le apoyan; retorna a casa a cenar con su familia; poco a poco ocurre lo mejor. -Señor, sé que usted lee las manos, tengo siete hijos, le iré trayendo uno por uno, comencemos con éste hoy, el Juan- dice una amable señora, algo gruesa, de cabellos abundantes y magnetismo personal- hola Juan, déjame mirar primero tu mano izquierda- Daniel le observa con atención y empieza a referirse a su destino- vas a vivir muchos años, hasta cuando no lo desees más, la línea de la vida es larga y hermosa, nada la atraviesa ni interrumpe, a cambio sufrirás con el amor, desengaños y falta de motivación; te acostumbrarás a vivir, para tu pesar, con mujeres a las que no quieres de verdad y a las que amas no podrás vivir con ellas, son paradojas tristes; eres creativo y emocional, tus reflexiones no retraen la búsqueda de la armonía, bonita mano Juan; la derecha discrepa un poco lo de vivir con mujeres que no amas, sé que lo harás pero las mujeres se marchan pronto, no perduran, dos hijos y pocos viajes; te felicito, hay una constante en tus manos, es la búsqueda de la felicidad, esa tendencia ayuda mucho, aunque no lo consigues del todo, el salir en su búsqueda te fortalece; dinero no te falta, ahora vete tranquilo-, Daniel sonríe al chico que se siente contento, pero la madre insisre: -Daniel, mírele si va a trabajar como deportista, por favor-; Daniel le coge las dos manos con las palmas abiertas y le pregunta a Juan: -¿ para tí qué es el triunfo ?-, Juan se colorea un poco, pero decide contestar: -ganar-.

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