viernes, 14 de septiembre de 2012

El altar de Plutón.- ( Novela).-

Entrada cuadragésima cuarta.-
 Grifols piensa que  algunos extraterrestres viven con nuestras formas y hábitos, para cumplir una misión de apoyo, una especie de " ángeles ", tal como los conocemos, insiste en que estamos de acuerdo que la presencia de ellos como la de los seres humanitarios es la de aliviar las cargas pero jamás las de resolver lo que corresponde a cada uno en particular ó a los pueblos y comunidades en general, al planeta se le puede ayudar para evitar su deterioro, pero resolver sus asuntos propios le corresponde a sus habitantes en exclusiva, para no alterar la autonomía y la evolución natural, es lo que hace un buen padre de familia con sus hijos, los amigos y las organizaciones de apoyo; Grifols es un maestro de ceremonias, otorga en la montaña la palabra a todo el mundo, en órden y acierto; -yo quiero decir- toma la palabra una mujer de cabellos blancos, bajita y algo tímida- que estos temas de los extraterrestres, también está vinculado con el tema, interesante y apasionante, de los espíritus, no hay vacío alguno entre ellos, que los extraterrestres también son espíritus y al contrario, esto lo digo para eliminar barreras que es lo que le gusta a ciertas criaturas, el levantar murallas; todos juntos, separados por las condiciones naturales, que se resuelven por sí solas; ser extraterrestre es algo que tiene que ver con el gusto y voluntad de servicio, el Universo es infinito para vivir donde se pueda y se quiera, ésto es igual para los espíritus, que con su condición natural diferente, también buscan sus sitios y basta, el amor entre unos y otros busca la comunicación, florece cuando el sentimiento es el de escuchar y ayudar, en cambio se destruye cuando es para sacar provecho por encima de los intereses de los demás; el Universo se gobierna como se gobierna un hogar, así de sencillo, el padre, por mucha autoridad que tenga, no puede avasallar a los hijos, imponer un destino y doblegar sus voluntades, entonces altera la condición natural de la libre elección y provoca una reacción poderosa que termina por desalojar al padre, y lo peor de todo, por desconocerlo, nada de complejidades, gracias-. La señora queda satisfecha con sus palabras, Grifols ve que un niño de once años quiere hablar, le concede la palabra: -Yo quiero preguntar ¿ por qué tantas estrellas en el cielo si no podemos ir allá?-, la pregunta sorprende a los presentes.

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