lunes, 15 de octubre de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrada cincuenta y nueve.-
 Una vez que  Daniel ha encontrado dinero en la calle y que le ha servido para completar unos recursos hasta fin de mes, la bondad de la suerte cuando alquien le ha invitado a cenar, sus hijas, Marta Lucero y algún amigo; aquella vez que sintió necesidad de viajar a Colombia, pagó justo el billete de avión con una tarjeta visa, pero un amigo le facilitó el suficiente dinero para llevar a Colombia y para cubrir los gastos de la cuota de la visa; en fin, llegar día a día a casa y acostarse; el poder preparar la cena y dormir; encender la radio y ver la televisión; Daniel es santero, le gusta entrar a las iglesias católicas, que tienen santos a lo largo y ancho del templo, al lado de una virgen hay un santo, lo mismo que al lado de un circo, en cada santo, diferente uno del otro, ve el rostro de alguien entregado al oficio que le haya correspondido y desde allí se consagra a una vida de entrega; es hermoso que cada santo tenga sus devotos, que con solo poner una velita puedan recibir bendiciones y apoyos que reclama; Daniel se acuerda de aquella serie de televisión, consagrada a san Martín de Porres, peruano y negrito, lleva una vida humilde, que es proclive a ser  maltratado, en tal situación hasta las mismas divinidades vienen a socorrerle, con sus prodigios envilece a los detractores que terminan convirtiéndose  en sus amigos; ó es hermoso también la devoción a una virgen en concreto de los cientos de vírgenes que existe  en el corazón de cada pueblo y de cada persona y establecer una comunicación con ellos; Daniel encuentra en la virgen de Nuestra Señora de Montserrat bendición, consuelo y milagro, porque su vida ha necesitado de ellos y se han producido; siempre que pasa una semana acude a poner una velita para mantener la llama de la devoción encendida; como ocurre como la virgen de la Inmaculada ó con la virgen del Carmen que la maadre de Daniel ama; es la bondad de la suerte, de encontrar y descubrir unión entre un devoto y la divinidad, en complicidad única, bella, constructiva, llena de calor y de fé, que suplique y solucione, que otroga y recibe; es la bondad y la suerte, que no sólo es coger un número de la lotería, es ante todo la búsqueda de la felicidad, que es infinita, que comprende que no puede apagarse como no puede apagarse la luz del amado Sol.

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