martes, 9 de octubre de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrada cincuenta y cinco.-
 El erotismo es luz de vida, nos aproxima sin confundirnos; es la belleza que no se deja desteñir por el tocamiento; es el " te amo " no importa que estés con otro amor, sin reclamar ni agotar nada; son sentimientos de atracción y reacción; son las órbitas de los planetas, que las influencia les basta, no tienen porqué tragarse al otro; entonces sería el caos y no habría más que una masa, la belleza está en la dispersión; el erotismo es la adolescencia del sexo; se asoma apenas y no deja de asomarse; si sale del todo es la adultez que viene luego; es sorprenderse sin agotarse; es conmocionarse sin perder la armonía; gracias al erotismo seguimos pensando que este mundo es mejor, para soñar y esperar, un mundo de fé y de valientes, que avanza y respeta a la vez; es la potencia antes que todo y la acción de vez en cuando, lo que siempre está recién nacido, lo que apenas comienza, el erotismo de lo nuevo, de las formas creadoras que descubren el Universo; es la sorpresa y son los tesoros escondidos que hay que buscar y que aparecen de vez en cuando; aquí al erotismo el instante lo prolonga, el tiempo se amplía, basta abarcar dimensiones desconocidas; al erotismo le basta la aproximación, no quiere poseer, ni dominar ni consumir, está latente, presente; representa los mundos paralelos, en todos son otras formas del sentimiento; matamos a alguien cuando no dejamos que nos sorprenda; lo herimos de muerte cuando nos deje de emocionarnos y es posible que no vuelva a hacerlo; en definitiva todo esto tiene que ver con la felicidad; es un estado de aproximación, de acercamiento, de posibilidad; no como recurso, como sentimiento, ¿ es posible acaso conocer del todo algo ó alguien ?, imposible a no ser que nos embargue la prepotencia y la hora de la impotencia; ocurre en las ciencias, basta que un científico diga que ha resuelto definitivamente algo, para que de inmediato surjan nuevos interrogantes sobre ese algo; es el mundo de la filosofía, que nadie se le ocurra decir que se ha cerrado un capítulo para siempre de algún debate del pensamiento, porque el suyo es el mejor y el único, para que le destruyan a pedradas el esquema superior de su pensamiento; por el contrario, lo que asoma para asombrarse es bello y la belleza es infinitud; nunca se deja de creer, esa es la adolescencia y que no se crea que se puede dejar de creer; la decrepitud comienza cuando nos abrigamos en un pensamiento; " ya hemos llegado ", " ya somos ", " no puede haber nada nuevo ", " ya lo he visto todo "; en fin, abrir la tumba y meternos en ella y seguir latiendo el músculo del corazón, que no el corazón, que siente y sueña y anhela y se aproxima sin pretender llegar nunca; es una actitud de búsqueda, hay nuevos tesoros para encontrar, no hay un último tesoro.
 -¿Qué vas a hacer ahora?-le pregunta Isaura a Daniel que revolotea por el palacio de justicia sin encontrar compañía; -¿para qué?-le contesta con interrogación, algo extrañado porque ella no le invita nunca a nada; -la madre de mi amiga Marlén está hospitalizada y quisiera ir a visitarla, si tú me acompañas mejor, así también nos regresamos juntos y podemos tomar algo- Isaura mueve sin parar la mirada, creando una atmósfera de seducción; -está bien, vámonos ya si quieres- Daniel sabe que entra Isaura y él existe un ambiente  latente de atracción que ella intenta disimular con actos de reproche ó peor aún, de indiferencia; -vámonos- dice Isaura bajando despacio las escaleras, lo hace mirando a lado y lado como si también esperara encontrarse a otra persona en la que sí estuviera en realidad interesada; por el camino hablan poco, ella alijera el paso, no dice nada de interés ni para atraer a Daniel, están solos y es mejor guardar las distancias; llegan al hospital y visitan a la madre de Marlén, se saludan; a los pocos minutos Isaura comenta que le duele la cabeza y que quiere regresar cuanto antes a su casa donde vive con su madre que seguro tiene que estar esperándola; -ya no podemos tomarnos nada por el camino- le dice a Daniel; ella emprende el regreso sin decir palabra alguna, en la puerta de la casa lo despide con un " gracias ", seco, sin mover la mirada; Daniel regresa en solitario.

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