sábado, 6 de octubre de 2012

El altar de Plutón.- ( novela ).-

Entrada cincuenta y tres.-
                                                        9.- El erotismo.-
Basta la emoción y el instinto moviliza la naturaleza; es la cerilla que prende fuego al bidón de la excitabilidad; está ahí para mantenerse con fuego latente; el juego de atrapar a la chica por la espalda es suficiente para descubrirlo, desde entonces se instala en cada músculo del deseo; es un privilegio del milagro de la vida; se mantiene libre porque se consuma con el erotismo, tiene vida propia, combustible y reservas infinitas; a veces la complicidad es el regalo inesperado, a veces la sordidez vuelve las cosas a su sitio; es la mirada desde el placer que alimenta el acercamiento, la relación y el amor; los sueños participan y estimulan el erotismo; lo que soñamos nos pertenece para no abandonarnos; es una declaratoria de pertenencia que nada puede impedirlo; el erotismo es tan rápido como la intuición, pero puede transcurrir con lentitud sin abatirse; tiene el ropaje de la mirada, de la palabra y del gesto; incluso el disfraz de la indiferencia; sin embargo es un océano con oleajes imparables y avasalladores; la palabra es un adorno que resalta la belleza, rara vez la crea, termina por rendirse a su empuje; el sexo se consuma y se sacia, el erotismo es una antorcha infinita, nos acerca al otro sin esperar ningún contrato; -¿dime si estudias o trabajas?- es el himno del erotismo, que nada arriesga y todo es un regalo; -¿eres casada?- que de inmediato la respuesta pone las claves de la aceptabilidad; en los buses de Bogotá, repleto y con sorpresas, es la escuela superior del erotismo; al final como al comienzo, el erotismo no exige ni condiciona, acepta y libera; de no ser así es una fijación malsana que inventa cadenas y enturbia cualquier relación; -¿cuál es tu signo natal?- es la pregunta que abre las puertas a lo desconocido; está ahí, agazapado en el alma, se identifica con ella, son una sola al convivir tanto tiempo; el sexo tiene su declive, lleva fecha de caducidad en la cédula de identidad; el erotismo se estremece entre las sábanas del moribundo, se acerca a la felicidad y en ese sentido no muere; la búsqueda de la felicidad es infinita, como la búsqueda de la juventud es efímera; la juventud se mira en el espejo; la adolescencia lo desconoce y se embellece igual; por los caminos y senderos de la vida, el erotismo ayuda a escalar y descender, a cargar y liberarse, a ser y contemplar desde el no ser; -Carla, qué bella estás- ella enseña con orgullo sus piernas atractrivas que salen de una faldita tejana, cruza las piernas para abrir el melón de la felicidad; es una actitud cómplice que tiene vida propia, donde el tiempo y el espacio se detienen hasta cuando hay que salir y dejarla de ver, entonces el reloj vuelve a funcionar; eso es todo y es todo eso; Daniel le lleva unas frases cortas, escritas en papelitos, ella las lee y ríe con picardía, con aquella frase de: " el amante sonríe después de hacer el amor "; dice:-me quedo con ésta-; intento decirle que el esposo se duerme o gruñe ó comenta que le duele la columna, ella la entiende y elude las explicaciones; Carla arrastra consigo la adolescencia, se entrega con el gesto y si es necesario, con la palabra; la adolescencia se confunde con los elementos, es calor y frío, es lluvia y sequedad, no espera nada y lo da todo, es un momento que renuncia a los otros momentos; Silvia tiene la misma mirada, con ella quiere atrapar la sensibilidad que sacude sus mejillas, son los reflejos de la flor adulta que intenta asomarse apenas se interesa por la vida; Isaura empequece la mirada para abrir al máximo el deseo, es como tener que pasar por un túnel para luego salir disparado a cielo abierto; Isaura lleva faldas largas, su erotismo le permite sentir que no la lleva; son mundos paralelos que viven y se complementan; -Daniel, me duele mucho la barriga-, Isaura se lleva las manos más abajo de la barriga, el mensaje está claro, el dolor y el mundo paralelo del deseo; -Daniel, me visitas un instante y te vas-, el instante es infinito para sacudir la tierra; ó el erotismo de aquellas mujeres que sentados al frente, miran, abren las piernas antes de levantarse para mostrar las bragas rojas, negras, de bolitas ó de colores no conocidos para decir adiís y ahí te dejo para siempre.

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